sábado, 2 de marzo de 2013

Italia, siempre Italia Desprecian al tecnócrata, respetan al excomunista, mantienen al populista y dan la llave a un cómico

Yo soy un admirador de Italia. Su vitalismo y su iconoclastia son notables. Italia, al margen de su potencia clásica, renacentista y barroca, ha tenido momentos contemporáneos de gran brillantez: su heroica resistencia frente al fascismo; su enorme cultura política de los setenta (el eurocomunismo de Berlinguer); incluso su terrorismo de los setenta tuvo grandeza trágica y un fundamento teórico potente (Toni Negri). Añadiré su espléndida cultura contemporánea: neorrealismo cinematográfico, sus maravillosos directores y actores posteriores. Sin olvidar su potente industria y sus hermosas ciudades. Y Roma, siempre Roma. En fin, hasta la mafia siciliana es una marca universal italiana, no solo con copia en USA sino también en muchas estructuras de poder (visión obligada de El Padrino). Ahora, tras unos años grises y dos décadas berlusconianas, aparece un panorama político original: un excomunista, un populista hortera y millonario, un cómico y un tecnócrata han competido en unas elecciones generales. Y los italianos, sin miedo a la UE, han despreciado al tecnócrata avalado por la troika, han respetado al excomunista, han mantenido al populista y le han dado la llave del sistema a un cómico que no iba en listas pero ha hecho creer a mucha gente que la sociedad italiana da por agotado el esquema tradicional de los partidos políticos convencionales. Como dice Erri de Luca, "Italia se ha despertado dividida en tres partes. Hay dos obvias y un aguafiestas que ha traído al parlamento un gran número de mujeres y de jóvenes". El uso de las redes, la participación popular y el desprecio por los recursos tradicionales (dinero, televisión-) han dado una espléndida lección de democracia. Al menos, de momento. Las elecciones italianas dan como resultado una situación complicada desde una perspectiva clásica: ninguno de los dos partidos convencionales puede gobernar en solitario y parece muy difícil cualquier coalición entre ellos dos. Los mercados y las bolsas ya han protestado haciendo bajar sus cotizaciones. Temor y presión. El tercero en discordia, el cómico Grillo, es el árbitro y parece no tener un plan de gobierno. Sus votantes reflejan un voto protesta frente al convencionalismo político y al inmovilismo institucional. Monti, el descubrimiento de la burocracia europea, ha sido claramente rechazado por los italianos. Personalmente, no soy tan pesimista como algunos medios respecto a la solución italiana. Primero, porque la sociedad ha votado, y lo que vota la sociedad es el mandato que la gente normal da a los políticos para que entre ellos acuerden la mejor fórmula para el bien general. En segundo lugar, porque una de las tres opciones mayoritarias (el M5S o Movimiento Cinco Estrellas, de Grillo) representa una renovación de la vida política italiana, desde su creencia de que los partidos políticos profesionales ya no sirven. Y en tercer lugar, porque los elegidos del M5S, conocido el mecanismo usado de autopropuesta de cada uno y la configuración de cada lista por una votación de todos en la red, garantiza que cada uno de los elegidos supone una cierta garantía de honestidad y transparencia personal. Posteriormente, estará por ver su capacidad política en la que son novatos y su flexibilidad para entenderse con otros. Si observamos el resultado numérico vemos que el PD de Bersani más el M5S de Grillo suman la mayoría absoluta tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Las dos mayorías absolutas son necesarias porque el italiano es un sistema bicameral real, no como el español que con la mayoría absoluta del Congreso es suficiente. Y aunque esa coalición no sea formal, sí que puede ser efectiva, con el aliciente añadido de que cada ley y cada acuerdo van a tener que ser profundamente negociados entre el partido más serio de los tradicionales (PD) y la espontaneidad recién llegada a la política (M5S), que tendrá que aprender a ejercer el poder sin renunciar a la conexión con la gente normal. Va a ser una buena síntesis de tradición y modernidad, en la que ambos van a tener que aprender lo mejor de su coaligado. Italia no es Grecia. Esperemos que la situación actual, aunque incierta, sea el principio para un cambio de perspectiva y de praxis política. Al final, Italia ha redescubierto a la gente normal, que, sin negar la política, ha autogestionado una manera inédita de estar en la política. La UE va a tener que cambiar el ritmo en la adaptación económica de los países del Sur. Y lo que es más importante, Italia puede ser de gran ayuda para un cambio de modelo en la salida de la crisis. Profesor de filosofía

No hay comentarios:

Publicar un comentario