La
ventana indiscreta
Ahora toca hablar de otras cosas: economía y política,
siempre con el envoltorio social que ambos aspectos exigen. Siempre he
pensado que nuestra gran suerte es formar parte de Europa. También es cierto
que nuestra manera de pensar siempre ha sido europea, incluso durante la
oprobiosa dictadura. Seguramente por eso añorábamos poder formar parte de la Europa
política. Ahora que somos plenamente europeos, lo valoramos en su justa medida.
Y precisamente de la UE nos vendrá la energía para nuestra recuperación
económica y política.
Europa está saliendo de la pandemia. Prácticamente
todos los países lo están haciendo con el mismo método: la coordinación
estatal, el confinamiento total, los problemas de cobertura sanitaria y sus
recursos, el comportamiento generalmente correcto de la población, las dudas en
las decisiones… han sido prácticamente iguales en todos los países europeos.
Incluso la demora inicial en la toma de decisiones también fue común. El
etnocentrismo europeo creyó que, como en la época de Fumanchú, el virus era un
problema exclusivamente chino. Y China está muy lejos, pero no en avión.
Pero en lo que España se ha diferenciado de otros
países semejantes ha sido en la bronca política permanente entre gobierno y
oposición. Incluso lo que acordaban lo hacían entre insultos y
descalificaciones. Prácticamente todos los partidos buscaban su rédito
electoral en los discursos, porque en los acuerdos prácticos, salvo alguna
salida de tiesto, poco había que discutir. Las acusaciones de unos a otros
podían intercambiarse perfectamente, lo que impedía la serenidad para la acción
común que un momento como éste exigía. La teatralidad y el guion previo eran
excesivamente visibles. La sociedad asistía perpleja a un espectáculo donde se
jugaba con sus vidas en la toma de decisiones. Ha fallado la liturgia que
siempre exige la política.
Ahora el concepto de moda es la reconstrucción. Para
ello se ha constituido una comisión con cuatro áreas: sanidad, economía, Europa
y política social. Parece ser que los dos grandes partidos, al menos están de
acuerdo en apuntalar el sistema público de salud. Algo es algo. Aunque los
intereses privados sanitarios presionarán para que no se pasen. Deberán revisar
también el modelo sociosanitario de las residencias de mayores. Incluso podría
ser un buen momento para que los Ministerios de Ciencia y Universidad
abandonasen su ridícula esquizofrenia y se fusionasen.
Otra cosa será la economía, terreno donde las
políticas de derechas e izquierdas, esquema dialéctico nunca desaparecido,
dilucidan su poder e intereses. Actualmente, hasta la CEOE parece estar por la
labor (¿qué labor?), pero estamos aún en la fase de calentamiento previo. De
cualquier manera, es el Gobierno quien debe tomar la iniciativa y trabajarse
los consensos y apoyos, tanto para la política económica a seguir como para los
presupuestos de 2021 que deben marcar la línea de un nuevo modelo, ya necesario
antes de la pandemia, y ahora, imprescindible. Y ese nuevo modelo pasa por la
digitalización generalizada, la economía verde e I+D.
Especialmente es importante el bienio 2021-2022 para
salir de la actual recesión. Así lo entiende la UE y así lo va a exigir a sus
miembros. Ello exige una gran concertación económica generalizada entre la
mayoría de las fuerzas políticas españolas para elaborar los proyectos que se
presenten a Bruselas. Y los fundamentos de esta concertación son los dos
de siempre, salvar la viabilidad de las empresas y generar puestos de trabajo
en cantidad y calidad. El tercer fundamento es el más difícil y aparentemente
el menos importante. Se trata de una vez por todas, de transformar la administración
española.
Lo hemos visto en la crisis sanitaria actual. El
sistema sanitario español, no solo no era el mejor del mundo, sino que la
“heroicidad” de sus miembros significaba la precariedad de medios y, sobre
todo, la atomización de la sanidad. Si queremos darle sentido a la “nueva
normalidad”, habrá que restructurar radicalmente nuestra administración
pública. Seguiremos con el
análisis.
Mariano Berges, profesor de filosofía