Hay pocas
cosas tan castizas como los refranes. Por cierto, muchos son casposos y pelín
reaccionarios. Uno de ellos es el del título. Veamos cómo van los asuntos ya
clásicos de los últimos tiempos. Hoy renunciamos a la trascendencia y
aterrizamos en la inmanencia.
Aunque ya he
escrito varias veces sobre Cataluña, ahora, desde mi ventana, quizás ha
cambiado mi perspectiva. Ahora no pienso tanto en los políticos
independentistas sino en el común de los catalanes. Tienen que estar hasta los…
Todos los días con la misma matraca. Si los españoles no catalanes estamos
exhaustos con la información sobre Cataluña, no quiero ni pensar en los pobres
catalanes. No entiendo como no hay un plante ciudadano a consumir noticias
sobre la cuestión. Si los “indepes” catalanes lograran su objetivo máximo se
aburrirían. Sin el enemigo español se tendrían que mirar a sí mismos y se
hastiarían. No los quiero tan mal.
Podemos y su
caudillo Iglesias también dan para mucho. Hay que reconocerle su resistencia al
desaliento. No para. Hace de gobierno, de oposición, de comentarista, de
animador, de presentador, de politólogo. Yo creo que hay que subirle el sueldo
sustancialmente. Y no solo para ayudarle en el mantenimiento doméstico, que
también, sino para que no pare en su productividad multisectorial. Otros cobran
mucho más en la tele y no dan tanto de sí. Ahora bien, sin la Sexta sería
menos.
Sánchez
también se afana en lo suyo. Cada día nos sorprende con una novedad. Se va, se
queda, no lo sabe, depende. Eso sí, qué bien le sientan los trajes. En eso
hemos ganado. Adolfo no estaba mal. Felipe tenía un punto meridional que
flipaba. José Luis tenía su palmito. Pero Pedro supera a todos. ¿Qué no importa
la planta? Qué ingenuos.
Como se
habrá podido observar solo hablo de varones o de colectivos territoriales. No
me atrevo a hablar de mujeres. ¡Con lo que en este país hemos hablado de
mujeres los varones! Pero ahora es peligroso. Se ha impuesto una autocensura
que casi deja pequeña a la de los cuarenta años. Entre feministas, animalistas,
ecologistas… estamos rodeados. Tradicionalmente, el sufijo ismo era
peyorativo pero ahora se ha transformado en un título de excelencia. Repaso
este párrafo por si he cometido algún desliz. Juro que si lo hay es sin
intencionalidad.
Otro asunto
que llena nuestros vacíos existenciales son las pensiones. Nunca una cuestión
tan compleja había sido tan simplistamente tratada. “Hay que aumentar las
pensiones”. Depende de cuáles. “Yo he cotizado cuarenta años y me quedan
cuatrocientas euros”. Mentira. Hay que tener en cuenta que las pensiones son
una contraprestación a las cotizaciones de toda la vida laboral. Y muchos han
cotizado muy poco. Lo que pasa es que los pensionistas son diez millones y
todos votan. Ocupan más espacio mediático las pensiones de los jubilados que el
trabajo de los jóvenes. Nadie dice nada sobre lo último. Ni ellos mismos. El
individualismo y la supervivencia se han convertido en su peor defensa. Los
asuntos importantes hay que pelearlos, jóvenes. Y el trabajo es el factor que
dignifica la vida (Marx dixit).
Yo siempre
he pensado que mi generación, al menos en España, ha sido muy peligrosa para la
sociedad. Cuando comenzamos a ser adultos ocupamos todos los sitios y lugares
posibles, pues todos estaban democráticamente vacíos. Luego, con la esperanza
de vida que disfrutamos y unas dignas pensiones, seguimos ocupando muchos
sitios y la mayor parte de los restaurantes. Pienso que cuando nos muramos,
esta sociedad dará un paso adelante muy importante, pues el vacío a ocupar será
grande. Ya lo decía el clásico, no merece la pena sufrir ni pelear, todo es
cuestión de unas cuantas defunciones. Pues eso, a esperar.
Vox es ya un
asunto no solo de presente sino de futuro. Nos va a dar muchos días de gloria.
Por sí mismo y por sus colaterales, que van a dudar entre abrazarlos o
insultarlos. Éramos pocos que parió la abuela. Ahora somos cinco. Menos mal que
IU se ha diluido en Podemos, si no, seríamos seis. Y esto na da ni para tanto
ni para tantos. Ahora que Italia se ha simplificado, España se ha hace más
compleja. ¿Seguirá siendo cierto eso de “España es diferente”? Una de las
perlas más políticas de Vox es la desaparición de las autonomías. Yo siempre he
sido un jacobino. En la Transición siempre pensé que en nuestra cantonalista
España un gobierno central democrático, un reconocimiento cultural e idiomático
a vascos y catalanes y una descentralización inteligente y profunda, sería más
que suficiente. Ahora ya es una cuestión irreversible aunque muy mejorable en
lo relativo a la igualdad de todos los españoles.
Bueno, hasta
aquí llegó mi subjetivo caleidoscopio. No banalizo, relativizo. Feliz año nuevo
2019 y que nuestros asuntos, inmanentes todos, no nos amarguen la existencia,
que solo hay una, como España.
Mariano Berges,
profesor de filosofía