La
ventana indiscreta
EL TRANSCURRIR DE LA VIDA
Retomo el
contacto con mis lectores de “El Periódico de Aragón” tras una interrupción de
cinco meses, debida a un episodio familiar, todavía no resuelto pero sí
encauzado, que requería de mi atención plena. Espero que todo se vaya
recomponiendo.
En este
reencuentro, pongo título permanente a mi colaboración escrita: “La ventana
indiscreta”. La ventana indiscreta es una película de Alfred Hitchcock
del año 1954 y protagonizada por James Stewart, cuyo personaje se ve obligado a
permanecer en reposo con una pierna enyesada, tras un accidente. Para luchar
contra su aburrimiento se dedica a observar desde la ventana de su apartamento
lo que ocurre en las viviendas de enfrente. Se trata de una obra maestra del
voyeurismo.
De una
manera semejante, desde mi ventana de jubilado, como un valor ya fuera del
mercado, me dedicaré a observar lo que ocurre en mi entorno, como un voyeur
interesado en el transcurrir de la vida y de la sociedad. Mis opiniones y
comentarios procurarán ser educados, sin ánimo (ni capacidad) de influir en los
acontecimientos, y mucho menos en las decisiones de los actores sociales. Si
sirven para una pequeña reflexión por parte de algún lector… bienvenida sea.
Mis opiniones serán epidérmicas y poco trascendentales. No cotizarán en bolsa
ni impartirán conocimiento. Serán meros apuntes para pasar el rato sin
desperdiciar el tiempo ni la inteligencia de cada cual.
Desde Abril
hasta hoy han sucedido muchas cosas: Rajoy (PP) ha cesado como Presidente de Gobierno
y ha sido sustituido por Sánchez (PSOE), tras una moción de censura apoyada,
aparte de por el PSOE, por Podemos y los grupos nacionalistas vascos y
catalanes. Sánchez montó un gobierno monocolor que gustó mucho a los medios y a
la sociedad española. Pero tiene un gran problema: carece de mayoría
parlamentaria para gobernar, pues sus socios de moción se lo van a poner
difícil con sus reivindicaciones maximalistas y su poco pragmatismo coyuntural.
Los sondeos
electorales se han disparado a favor del PSOE, lo que le hace ver como una
fruta apetitosa un adelanto de las elecciones generales, especialmente, si se
da el caso, con la excusa de no sacar adelante los presupuestos de 2019. Los
movimientos políticos en la actualidad van a ir en la dirección de ver quién
tiene la culpa de un adelanto electoral.
Por otro
lado, el PP tiene nuevo presidente en la persona de Casado. Joven ambicioso
(ahora en los cuatro partidos importantes todos los jefes son jóvenes
ambiciosos, como es lógico en política) y con un discurso inicial escorado más
a la derecha que su antecesor, aunque todo esté por ver.
Podemos ha
sufrido un estancamiento tras la adquisición de la mansión residencial por
parte de Iglesias y Montero para poder educar a sus gemelos con medios
apropiados. A veces lo personal interfiere con lo general, y viceversa.
Ciudadanos
sigue a lo suyo, sin haber rentabilizado su triunfo en las últimas elecciones
catalanas y con una Arrimadas, flor de un día.
Pero, claro,
en la vida no solo hay política, aunque sea muy importante. Existen muchas más
cosas, aparentemente sin una gran importancia pero fundamentales muchas veces
en la vida de cada cual. Sucesos cotidianos que alegran o entristecen,
acontecimientos que condicionan tu vida, tragedias directas o indirectas que
complican tu existencia, afectos y amistades que siguen funcionando por encima
de los acontecimientos y que ayudan a superarlos.
Y cómo no,
Cataluña sigue con su raca-raca. Si observase un solo indicio racional y/o
lógico en la reivindicación independentista, juro por los dioses que lo
respetaría y lo intentaría comprender. Pero no, todo lo más a lo que puede
ceñirse el independentismo es a un sentimiento y, como tal, nada que ver con un
Estado, construcción racional y contemporánea que sintetiza los anhelos y
expectativas de un territorio, de una manera histórica, económica y
política. Pero nada de esto es Cataluña, sino un puro sueño sentimental y
romántico, peligroso para la propia Cataluña y para España. El nacionalismo
catalán (como el vasco) es puro intento por conquistar el poder a través de la
nacionalización de la sociedad catalana. Eso sí, con envoltura romántica, que a
los despistados e incultos les atrae mucho. Lo que quizás no sepan es que el
romanticismo político ha sido siempre el prólogo de un fascismo que comienza en
populismo y acaba en dictadura. Si a esto añadimos que Puigdemont no es Pujol,
estamos ante una burda farsa sin ética ni estética. Y si añadimos al
subordinado Torra, el esperpento está garantizado. Lo que no entiendo es cómo hay
tantos catalanes que siguen creyendo en ellos.
Valga esta
entrega como mi primera ventana indiscreta, desde la que me tendré que
acostumbrar a observar el transcurrir de la vida para contárselo a ustedes.
Mariano Berges,
profesor de filosofía
No hay comentarios:
Publicar un comentario