sábado, 23 de junio de 2012

La crisis, los partidos y todo lo demás La primera y más nítida consecuencia de la coyuntura actual es el adelgazamiento del Estado de bienestar


MARIANO Berges 23/06/2012
Las elecciones locales y autonómicas de mayo y las generales de noviembre, ambas en el año 2011, llevaron al PSOE del gobierno a la oposición en casi toda España. Y, a contrario, llevaron al PP de la oposición al gobierno de la mayoría de las instituciones y organismos españoles. Unas siglas más, las del PSOE, que fagocitaba la crisis. Aunque no solo por la crisis, también por su mala praxis institucional y política.
Pero la crisis sigue, y aumenta, y cada día sus gurús nos meten más miedo con esta "economía del miedo" que J. Estefanía puso de título a un libro suyo, magnífico en su análisis e interpretación de la situación actual. La primera y más nítida consecuencia de la coyuntura actual es el adelgazamiento del Estado de bienestar. Empobrecimiento económico general de las clases medias, que son la espina dorsal de una sociedad equilibrada y moderna, la asfixia existencial de los estratos económicamente bajos, la progresiva exclusión social de la juventud, y la regresión de una serie de conquistas sociales que van quedando pospuestas por la "urgencia" de la crisis (sindicales, educativas, sanitarias, femeninas, mediambientales, sexuales, culturales, etc.).
Hablar de la dimensión económica de la crisis ya empieza a ser reiterativo: la prima de riesgo, el IBEX, el rescate financiero, los bancos y cajas, Europa y España, la economía y la política, las contradicciones explicativas de no se sabe qué, los eufemismos y mentiras. Prácticamente, todas las cuestiones que interesaban y que eran contenido de informativos y medios hace solo dos años, han dado paso al monotema de la crisis y sus consecuencias. Y las cuestiones relegadas han desaparecido de todos los grandes titulares, y por extrapolación, de la realidad. De lo que no se habla no se sabe.
Hay muchos políticos que piensan que la detentación del poder es para siempre, o al menos para mucho tiempo. Y piensan también que con inaugurar cosas y salir en los medios ya está asegurada la reelección. Craso error. Eso es tratar a la gente como poco inteligente y ciega socialmente. La gente cuando vota, salvo los fieles --que cada vez son menos--, lo hace por un egoísmo inteligente: vota a aquel que piensa que va a atender mejor sus legítimos intereses. Y eso explica los cambios electorales, a veces muy fuertes, porque la ciudadanía castiga a los que entiende que lo hacen mal. Es incorrecto pensar que los grandes partidos tienen su rentabilidad electoral solo por sus medios económicos. Los partidos responden a grandes líneas de pensamiento e intereses generales de la sociedad. Los partidos, sobre todo, son instrumentos que la sociedad ha creado para que representen las distintas formas de organización social que los grandes grupos sociales defienden como la mejor. Y por eso hay pluralidad de partidos, porque hay pluralidad de opiniones y de maneras de entender la organización de la sociedad desde todos los puntos de vista: político, económico, cultural, social, educativo, etc.
Por todo ello, un partido debería hacer primero sociología y después política. Antes de nada, hay que entender por qué pasa lo que pasa, y después elaborar un relato explicativo con unas pautas de transformación creíbles y viables. A ello debe acompañar unos rostros también creíbles como los encargados de intentar hacer realidad ese relato. Un partido político es como un consejo de administración de un negocio que es nada más y nada menos que la propia sociedad. Y así como un buen consejo de administración elige las personas más preparadas para llevar a cabo la gestión de su negocio, un partido político riguroso debería hacer lo mismo.
Ya sé que los orgánicos de los partidos se me van a echar encima con los criterios de mayorías y minorías internas, la correlación de fuerzas y las alianzas. Lo entiendo y lo acepto, pero a la hora de la gestión pública que, al menos, se elija a los mejores de entre esas "sensibilidades". De lo contrario, habrá que pensar que eso que dice "la gente" sobre la meritocracia orgánica como único valor para estar en los lugares de decisiones, es verdad. En cualquier caso, en las situaciones humanas no existe el blanco y el negro, casi todo son tonos grises, desde el gris perla al gris marengo, y lo que todo partido político debe hacer es reflexionar sobre lo que le gente necesita y desea e intentar poner los medios y las personas que lo hagan posible. Para ello, se necesita gente capaz y honrada. Solo son dos palabras: capaz y honrada. ¿Tan difícil es? ¿O es que no se trata de eso y se trata de otra cosa? Profesor de Filosofía

sábado, 9 de junio de 2012

¿Qué está pasando en España?


El país se tiene que europeizar más, en sus modos democráticos y en una gestión eficiente

·                           

Es evidente que actualmente existe una percepción social en España muy negativa acerca del desarrollo de la crisis, sobre el qué y sobre el cómo. Pongamos algunos ejemplos:
Existe una percepción negativa de los políticos y, por extensión, de la política. Cuarenta años de franquismo son parte causal de la desafección política, ciertos medios de comunicación y otros creadores de opinión trabajan diariamente su descrédito, pero la mala práctica política es la razón importante del fenómeno. Si a ello añadimos que la situación actual no parece depender mucho de los políticos ¿para qué queremos y pagamos a los políticos? Peligrosa conclusión. De hecho, en toda Europa están floreciendo organizaciones de extrema derecha, grupos fascistas y manifestaciones antisistema, con la excusa de la crisis actual y la consiguiente desafección política.
Además está la corrupción (no solo política). La corrupción siempre es negativa, pero lo peor de todo no son los corruptos sino la tolerancia social sobre la corrupción. Solo los principios éticos y las convicciones democráticas nos pueden liberar de este cáncer. La honestidad personal y la transparencia legal son dos elementos imprescindibles en la regeneración democrática.
Último acontecimiento (por ahora), Bankia. La ineptitud de los gestores, la corrupción de los sueldos y pensiones de sus directivos, la no vigilancia de los órganos oficiales, la chapuza gubernamental de su solución y la ausencia total de explicación sobre su génesis, proceso y coste, hacen de ello un paradigma de lo que no se debe hacer. Las consecuencias de esta catástrofe financiera van a afectar a todo el sistema financiero y a la credibilidad de España en su conjunto. Mientras se configura una unión bancaria europea, el BCE tiene la responsabilidad de ayudar a evitar el desplome de las deudas nacionales, con las contrapartidas necesarias.
Algunos dirán que la percepción puede no coincidir con la realidad, que sería otra no tan negativa. Pero no. Los sistemas sociales funcionan por las percepciones de la mayoría. Así funcionan las elecciones libres, los mercados, las acepciones, los éxitos y hasta los afectos. Incluso la realidad está construida, en gran parte, por las percepciones de las mayorías.
Ahora bien, ¿de dónde provienen nuestras percepciones? Hume decía que procedían de los sentidos. Los constructivistas inciden más en la influencia de nuestro estilo cognitivo, que selecciona nuestras percepciones. ¿Y qué realidad llega a nuestra mente? Fundamentalmente, la que captamos a través de los distintos medios de comunicación social y demás creadores de opinión. Y aquí topamos con un gran poder, aparentemente disperso y plural, pero que alimenta un sentido y una dirección que Marx definía como la superestructura cultural que justifica la estructura económica de la base.
Una pregunta se impone, ¿dónde están los intelectuales? Porque da la impresión que todo lo que está pasando está predeterminado y es inevitable. Y, además, como es de índole económica, ni siquiera podemos entenderlo. Desde la racionalidad griega e ilustrada, siempre hemos defendido la acción política como la única manera humana de corregir las situaciones adversas. Pero hace falta interpretar correctamente la política y su estrecha relación con la ética. En el fondo, la ética y la política es lo mismo, solo que la primera opera en la dimensión individual y la política no es más que la ética en su aplicación social y comunitaria. No puede ser que la discusión sobre la construcción europea se produzca exclusivamente en el campo de los técnicos, sin atender al debate político y moral que implica la economía. Porque los famosos recortes se hacen para solucionar los errores y delitos cometidos por los poderosos, pero afectan fundamentalmente a la gente más vulnerable del sistema.
La solución, como ya he dicho otras veces, es más y mejor Europa. A España siempre le ha ido bien con Europa y muy mal, aislada de Europa. Precisamente, el modelo europeo se ha caracterizado por defender un pacto social que equilibra los costes y beneficios socioeconómicos. Pero España se tiene que europeizar más, en sus modos democráticos y en una gestión eficiente. La austeridad no está reñida con el crecimiento, pero la austeridad exige siempre prioridades sociales. ¿Podría ser la gran coalición política un remedio, en lugar de la confrontación interpartidista? No vaya a ser verdad la frase de Krugman "La crisis que estamos atravesando es fundamentalmente gratuita: no hace falta que suframos tanto ni destruir la vida de tanta gente".
Profesor de filosofía