sábado, 23 de abril de 2016

INSTALADOS EN LA INCERTIDUMBRE

Hoy es 23 de abril y esto es España. Si observamos la sociedad, a la gente real, en sus muchos contextos y circunstancias, vemos que no hay excesivo desgarro por la ausencia de gobierno tras cuatro meses de incapacidad pactista entre nuestros dirigentes. La gente ha sobrellevado su vida, buena o mala, exactamente igual que cuando había gobierno. Es como si la inercia de la estructura Estado funcionase más allá de las características de sus ocupantes. Ésta es la ventaja fundamental de una sociedad bien configurada sociopolíticamente, como es la española. Esto es Europa y los españoles tenemos la inmensa fortuna de ser europeos, esencia de la españolidad contemporánea. Efectivamente, la globalidad existe. Y tiene muchas ramificaciones y consecuencias, generalmente buenas y, a veces, malas, por un deficiente equilibrio y armonía entre las partes. Pero nuestra energía la debemos usar en nuestro entorno: España-Europa. Es ahí donde debemos seguir transformando y desarrollando nuestras vidas y el sentido que demos a ellas. Con la seguridad de que mantener el statu quo de nuestro entorno es bueno para nosotros y para el planeta. Que tenemos que mejorar, cierto. Pero siempre sin abandonar nuestra propia entidad y nuestro entorno más inmediato. La solidaridad internacional debe ser fundamentalmente política, y no paternalismo caritativo de dudosa eficacia.

No obstante lo dicho, no hay que abusar de la inercia y hay que seguir alimentando el sistema. Por lo tanto, hay que elegir gobierno. A poder ser sin nuevas elecciones. Pero si los tacticismos partidarios y personales lo impiden, celebraremos el 26-J como otra fiesta democrática, hablando los ciudadanos otra vez a ver si hay mejor sintonía. Porque está claro que los partidos políticos españoles no estaban preparados para el aumento de la pluralidad política que emanó del 20-D y sus consecuentes e inexcusables pactos. Todos los partidos, y digo todos, se han preocupado más de cubrirse las espaldas ante las próximas elecciones del 26-J que de buscar un pacto en serio. ¿Quién tiene una responsabilidad más negativa? Como lo que se dice públicamente en política es solo lo que interesa decir, no sabemos ni las posibilidades reales que ha habido ni los objetivos reales que cada partido y sus dirigentes han buscado. La sociedad asiste impasible al espectáculo y se refugia en su realidad cotidiana que bastante tiene. Y éste es el gran problema del momento actual: que los partidos abusan de su imprescindibilidad (de momento) en medio de la atonía popular y así aparece el enorme coste de la no gestión institucional. Uno se harta de oír las quejas e improperios de unos contra otros sin que nadie se ponga en serio a hacer funcionar las instituciones. Porque bien está que se explicite el déficit económico y competencial de la institución que uno dirige, pero una vez dicho eso, hay que ponerse a trabajar por la mejora constante de las instituciones, lo que constituye la auténtica  revolución política. Hay muchas cosas, muchísimas, que se pueden hacer a coste cero. Todas las de carácter ejemplificador y todas las de gestión interna. Posiblemente sean las que la sociedad más demanda. No es momento de grandes aspavientos ideológicos ni retóricos. En momentos críticos, y éste lo es, hay que usar las energías en poner orden y marcar la dirección, a fin de estar preparados para el momento del crecimiento. La inspiración nos tiene que sorprender trabajando, no lamiendo nuestras supuestas heridas.

Todo lo que está sucediendo actualmente es consecuencia del cambio tan rápido y profundo que está teniendo lugar en nuestra sociedad. Y el cambio tiene siempre la característica de la incertidumbre sobre un futuro que no está escrito. Los hechos de hoy son meros condicionantes del futuro que no anulan ni la libertad ni la creatividad humanas. Para eso nos regaló Zeus la política a los humanos, para acabar con las guerras y las disputas y ser capaces de organizar una feliz y justa convivencia, que no otra cosa es la política. Lo de menos es quien ocupa el poder, sino que lo importante es el control social de ese poder. Y ahí está nuestro actual Parlamento, el más plural y rejuvenecido de la historia democrática española. ¿Por qué tanto miedo sobre quién gobierna? Lo importante es un acuerdo sobre media docena de cuestiones fundamentales y urgentes y el impulso y control del Parlamento. Posiblemente estamos ante una ocasión de oro para la separación del poder ejecutivo respecto del poder legislativo. Y si una de esas seis cuestiones fundamentales es la independencia real del poder judicial, estaríamos ante el mayor avance democrático tras la superación de la dictadura y la aprobación de la Constitución de 1978.  


Mariano Berges, profesor de filosofía

sábado, 9 de abril de 2016

F. GONZÁLEZ y M. RAJOY

Seguimos sin Gobierno. Cada vez está más difícil por los tacticismos partidarios y personales de todos los agentes públicos, políticos y no políticos. A nadie parece importarle España, su Estado y sus instituciones, que lo demás ya es secundario. Este artículista va a seguir dando una oportunidad más a nuestros representantes a ver de qué son capaces. Por lo tanto, y para hacer tiempo, vamos a hablar de dos acontecimientos televisivos, significativos por sus contenidos. Me refiero al programa sobre Felipe González (F.G.) y a la entrevista de Mariano Rajoy. Ambos en La Sexta.

El viernes 01-04-16, la Sexta emitió un programa sobre Felipe González. Fue una especie de balance biográfico y lo estructuró en tres apartados: 1) F.G., el idealista; 2) F.G., el pragmático; y 3) F.G., el jubilado.

Me pareció interesante porque fue una especie de historia de la España democrática de los últimos años. Y, a la vez, una referencia de nuestras propias vidas para los que ya tenemos una edad. Desde el González revolucionario (aparece en un mitin donde grita “Gora Euzkadi Askatuta”), pasando por el González pragmático de la reconversión industrial y la entrada de España en la OTAN, y llegando al González consejero de ENDESA, para escándalo de muchos y arma arrojadiza contra el PSOE. En cualquier caso, es innegable que F.G. es la figura central de la política española democrática. De una manera u otra todos lo reconocen, incluso sus adversarios.

La parte con la que no comulgo es aquella del programa que habla de la caída de F.G., y que el programa atribuye a  tres causas: el Gal, la crisis económica de 1992 y la corrupción del último mandato. Yo añadiría una cuarta, en mi opinión la más importante, que fue el cansancio por parte de los españoles de ver durante catorce años la misma cara al frente del gobierno. Y además, no esperar ya nada nuevo de él.

Porque el Gal, legal y moralmente rechazable, no fue repudiado por la gente, sino que lo interpretó como una manera no ortodoxa de intentar acabar con ETA. Las famosas cloacas del poder. La generalidad de los gobiernos democráticos practicaba terrorismo de Estado. Pero España hizo lo que ningún otro país: usar (por parte de Aznar y Pedro J. Ramírez) el terrorismo de Estado como arma arrojadiza electoral. En esta cuestión, todos los gobiernos y contragobiernos han respetado con su silencio cómplice eso que se llama secretos de Estado. Todos menos Aznar.

La crisis económica tras los fastos 1992 en Barcelona (Olimpiada) y Sevilla (Exposición Universal), dejo a España encantada y exhausta económicamente, pero los gobiernos de F.G. habían demostrado solvencia suficiente en economía. Yo no pienso que esta fuese una razón muy fuerte en el final del felipismo. ¿Y la corrupción? Los Filesa y algunos pequeños asuntos sueltos de la época son calderilla al lado de la Gurtel y otros asuntos negros de la actualidad. Lo que sí le hizo mella al felipismo fue Roldán. Esa foto del “jefe de los guardias” apresado por los guardias fue mortal. Previamente, Pedro J. en El Mundo  nos radió la vida y milagros de Roldán, un día sí y otro también. Sin Pedro J. Aznar no hubiese sido presidente. Insisto en que la caída de F.G. fue más por el cansancio de ver la misma cara durante tantos años. Aunque todo junto suma.

El segundo asunto televisivo a comentar es la entrevista de Rajoy por parte de Jordi Évole, también en La Sexta (03-04-16). Fue un ejercicio boxístico total. El púgil Évole, con agilidad, buen juego de piernas y con mucha insistencia, hizo un combate aguerrido y atacando en todo momento. Rajoy, púgil cercano a la retirada pero gran encajador, supo aguantar bien los golpes. En algún momento se le vio expresión de arrojar la toalla pero decidió seguir y solo perdió a los puntos, evitando un rotundo K.O. La primera parte, de pie en los jardines de la Moncloa, Rajoy aprovechó su gran envergadura para dominar la perspectiva e intentar asustar al púgil Évole. Pero, una vez sentados en la mesa del despacho presidencial, y recobrada la igualdad en la perspectiva, Évole volvió a atacar y el combate finalizó con victoria a los puntos. 

Fue un espectáculo realmente patético a la vez que interesante como ejercicio dialéctico. No llegó a haber sangre pero al espectador no le quedó  ninguna duda de la culpabilidad, por pasiva y por activa, del jefe de los corruptos. “Nadie es perfecto”, “la generalidad de los políticos es decente”, “la corrupción son casos aislados”, fueron muletillas constantemente reiteradas. Una pregunta fue clave: ¿cuántos casos aislados tiene que haber para poder hablar de corrupción sistémica? El cachazudo de Mariano no sabe no contesta.


Mariano Berges, profesor de filosofía