Aunque en mi artículo anterior me negaba a comentar la geoestrategia de la guerra en Ucrania, hoy me siento impelido a hacerlo por: 1) no evadirme de la realidad imperante; y 2) evitar las obviedades al uso. Como consecuencia, me meto en un charco no fácil de vadear. Pero lo hago desde la duda, nunca desde el dogmatismo. Intento buscar una línea intermedia que evite un análisis simplista para un problema tan complejo. La primera pregunta es ¿estamos al borde del abismo con la guerra en Ucrania? Varias imágenes vienen a la mente: los misiles cubanos de Kruschev, la guerra de Yugoslavia y, desde luego, las guerras de Afganistán, Siria, Libia, Irak… Y siempre nos encontramos con las dos superpotencias en escena: USA y Rusia (antigua URSS). Ahora se ha añadido una tercera, que ya es segunda superpotencia, China, que está en modo observador pero no neutral. La UE con su parte proporcional de OTAN, está en medio y debe reflexionar sobre su papel futuro en el nuevo orden mundial. Y, por favor, no identifiquemos UE con OTAN, porque la perspectiva USA no siempre favorece a la UE. Véase el Brexit.
En el escenario de
Ucrania, el débil es invadido por el poderoso, como ha pasado en todas las
guerras citadas. ¿O no recordamos que la invasión de Irak se hizo al margen de
la ONU? Pero lo que no podemos olvidar es la cantidad de causas y consecuencias
que tal acontecimiento tiene. Y lo seguro es que al final habrá un final de paz
pactado. No sabemos cuándo ni qué características tendrá, pero sí que es seguro
que el precio en vidas y éxodos va a ser incalculable e irreversible. La
pregunta que me hago y volveré a hacerme en su momento es ¿no pudo hacerse eso
mismo sin empezar la guerra? Y entre los causantes incluyo, por descontado a
Putin, autor material del desaguisado, pero también al resto de países
diletantes en la preguerra, incluida responsabilidad de la propia Ucrania, a
pesar de ser la agredida. Quizás sea mi vena poco patriótica la que me hace
dudar del papel de la propia Ucrania no cediendo en algo que va a tener que
ceder (neutralidad, desmilitarización y federalismo). Porque si al final lo
hace, como supongo, pero a este precio altísimo en vidas y éxodos, ¿qué se ha
conseguido? Porque ya se sabía que la OTAN no iba a intervenir directamente en
la guerra, y que Rusia era infinitamente superior en medios a Ucrania. Yo,
personalmente, cuando oigo las palabras héroe y patriota me pongo a temblar y procuro
evitar esa situación. Cada día soy más cosmopolita y menos nacionalista, ni de
Aragón ni de España.
¿Es o no es cierto que
se le prometió a Gorbachov, aunque fuese verbalmente, que la OTAN no se ampliaría hasta incluir a las antiguas democracias populares?
Sin embargo, desapareció el Pacto de Varsovia y no así la OTAN, aunque muchos
europeos lo pidieron. Y entraron como nuevos socios en la OTAN: Polonia,
Chequia, Hungría, Rumanía, Eslovenia, Albania y Croacia. Y el autoritario Putin
no se lo piensa dos veces y salta.
Ya sé que, tras la
desmembración de la URSS, los citados países son plenamente independientes y
dueños de su destino, pero todas las guerras, incluso la guerra fría, acaban
con armisticios y reparto de zonas de influencia. En el fondo, Ucrania solo
pretendía lo mismo que los antiguos países comunistas, entrar en la UE y la
OTAN, o lo que es lo mismo, alejarse de la influencia de los sucesores de
Stalin. Cada uno huye de lo malo conocido.
Ya se sabe que en las
guerras hay más propaganda que información. Es también sospechosa la ausencia
de un debate profundo sobre las causas y las consecuencias del conflicto. No es
blanco o negro todo lo que aparentemente se ve. Lo único claro es que le
geopolítica y la geoeconomía están detrás de esta guerra, que ya constituye una
amenaza, fundamentalmente para Europa, que puede ser la mayor pagana de todo.
Si nunca funciona el
aplicar fórmulas simplistas (democracia contra autocracia) para problemas
complejos, mucho menos funciona cuando mientras se piensa o se negocia, la
gente muere. De momento, España va a doblar su presupuesto armamentístico en
dos años (lo mismo el resto de la UE), por lo que ya sabemos que USA va a
extraer la mayor porción de la tarta económica derivada de la guerra.
Independientemente de la reconstrucción de Ucrania.
Para finalizar, una
pregunta elemental: ¿Dónde está la ONU? Si después de esta guerra no se
replantea el papel y el funcionamiento de la ONU, casi mejor es que
desaparezca. Porque se ha constatado, una vez más, que la guerra no es otra
cosa que la continuación de la política por los procedimientos más indeseables.
Con ONU y sin ONU.
Mariano Berges, profesor de filosofía