Viñeta de El Roto: Le dice el gurú al político
para el que trabaja: “¡Recuerda: frases simples e ideas subordinadas!” Pues
eso, que estamos en plena campaña electoral y la televisión es el medio por
antonomasia. Las formas, la simpatía, la “sonrisa de un país”, el corazón como
logotipo, los “significantes vacíos” como frase simple e idea ausente, la
socialdemocracia como palabra-bandera prestada o robada. Pongamos que estoy
hablando de Podemos y de Pablo Manuel
Iglesias. Indudablemente, Podemos es un partido nuevo, con nueva envoltura
pero con pocas ideas, y las que tiene son viejas. Otra cosa es el envoltorio: original,
seductor y brillante.
Tras el debate a cuatro
del lunes 13 de junio, las cosas y las expectativas de los ciudadanos españoles
están prácticamente igual que antes del debate, incluso igual que el 20 de
diciembre pasado. El sorpasso de
Podemos al PSOE es lo único destacable. Lo que era y es su verdadero objetivo.
Una vez fagocitada IU, se trata de desbancar al PSOE y convertirse en el
representante hegemónico de la izquierda. Objetivo legítimo si así se explicita;
objetivo no tan legítimo si se hace engañando a los votantes.
¿Qué sucedió tras las elecciones del 20-D? Que
ningún pacto “natural” sumaba suficientemente y lo que sí funcionó fueron los
vetos de unos a otros. El pacto PSOE-C´s fue algo original y nuevo que podría
haber funcionado si las ideologías no se hubieran impuesto a la instauración
del bien principal, que era un gobierno de progreso. A este posible gobierno de
progreso se opuso el PP (normal) y se opuso también Podemos porque no era el
hegemónico en el pacto. Ahora, ante la perspectiva del sorpasso, Podemos pretende que el PSOE lo apoye. ¿Por qué antes no
y ahora sí? Porque se trata de ocupar el poder hegemónicamente, y luego ya
llenaremos de contenido los “significantes vacíos”. Es más, a Podemos no le
urge tanto gobernar como ser el partido hegemónico de la izquierda. La razón es
sencilla: si Podemos gobierna, su discurso del bla-bla-bla se diluye y se
impone la práctica política que demandan las expectativas de los ciudadanos. El
discurso del bl-bla-bla se agiganta en la oposición y se diluye en el gobierno.
A ello responde la obviedad del cachazudo Rajoy
“gobernar no es fácil”.
¿Qué votar el 26-J? Cada
uno debe votar a aquel partido que piensa que puede solucionar mejor los
problemas de España. El famoso voto útil es falso, o dicho de otra manera, el
voto más útil es el voto en conciencia, pues es la única manera de saber qué
quieren los electores. Es votar por principios en vez de por intereses. Por lo
tanto, a los votantes hay que convencerlos, no intimidarlos. Solo votando en
conciencia se pueden dirimir posteriormente las posiciones reales de las ideas
de un país.
¿Qué pasa con la
socialdemocracia? En principio parece que es la panacea de todos los males. De
ahí que ahora todos sean socialdemócratas. Fracasadas las teorías y prácticas
anarquistas y comunistas, permanece esta síntesis de liberalismo y marxismo que
llamamos socialdemocracia, cuyos objetivos son conectar con la ciudadanía,
redistribuir la riqueza y promover el progreso social. Es el espíritu de la
Ilustración y de la Modernidad adaptado a las nuevas circunstancias del incierto,
complejo y fascinante tiempo de hoy. Frente al neoliberalismo (exacerbación del
liberalismo primigenio), que ha aprovechado la desaparición del comunismo soviético
para instaurar el monopolio de sus anónimas y no explicitadas ideas, cuya sola
descripción ofendería los oídos de la mayoría de sus ingenuos allegados. El
éxito del neoliberalismo radica en el anonimato de sus ideas. La literatura
política no las admite, son impronunciables.
P.M. Iglesias intenta
apropiarse de la “nueva socialdemocracia”, y para ello convierte a Marx y Engels en socialdemócratas (¡!). Pero los problemas humanos
evolucionan mucho más lentamente que los términos para designarlos. Y mientras
no se demuestre lo contrario, el PSOE es el partido que ha ocupado siempre el
espacio socialdemócrata. Bien es verdad que últimamente (3ª vía socialista;
nuevo art.135 de la CE; insuficiente relato explicativo y corrupción de algunos
de sus dirigentes), el PSOE ha perdido parte de ese espacio propio que ahora
intenta ocupar Podemos. Y si ser socialdemócrata era poco, ahora Iglesias se
proclama también el detentador del patriotismo nacional. No del patriotismo
constitucional de Habermas, sino del
patriotismo hueco y verbenero. ¿De cuál de ellos, del español, del catalán, del
vasco, del gallego? La última de P.M.I. es su declaración de que Zapatero ha sido el mejor presidente de
la democracia. ¿Quién da más? ¡Lo que hay que hacer en estos tiempos tan
triviales!
Mariano
Berges, profesor de filosofía