En
mi artículo anterior hablaba de póker y tacticismos. Ya ha empezado la partida
y los tacticismos son muchos e interdependientes. Todas las fórmulas posibles de
pacto tienen al PSOE (y a Pedro Sánchez)
como eje central: puede pactar con la derecha, con la izquierda, con
Ciudadanos, se puede abstener, puede intentar que otros se abstengan a su
favor, etc. Y en todas las fórmulas se presenta un endiablado escenario para el
PSOE, cuyas consecuencias pueden ser determinantes en su futuro próximo como
partido. La sabiduría política va a ser fundamental en este envite tan importante
para España y los españoles (y para el PSOE).
No
voy a repetir todas las fórmulas posibles, por conocidas, ni voy a elucubrar
sobre intenciones ocultas de unos y otros, por intuidas. Sino que voy a
situarme en una perspectiva de interés general y de viabilidad posible. Hablo
de España y Europa. Una visión general sobre ambas y sus posibilidades reales
son las que mejor nos mostrarán el camino a seguir.
He
repetido muchas veces que los partidos políticos son meros instrumentos para
configurar una convivencia estable y satisfactoria para los ciudadanos de un
Estado. Ése es el objetivo y lo demás es secundario. Pues bien, el escenario
macro, mundial y europeo, nos lleva a hablar de dos dimensiones estrechamente
interrelacionadas: economía y política. No se puede hablar de la una sin la
otra, y ninguna de las dos debe ser fagocitada por la otra. Y en este
escenario, España es una pieza de tamaño medio que no tiene autonomía plena
para decidir. Por lo tanto, sin sumisiones ni prepotencias, debemos razonar qué
es posible y deseable, ya que el margen de maniobra de cualquier gobierno
español es muy reducido. Desterremos un concepto metafísico de la libertad (hacer
lo que uno quiera sin depender de nada ni de nadie), y ejerzamos un concepto
real de la libertad (hacer lo que uno quiera de entre lo que pueda). Una concepción
metafísica de la política es ruina garantizada.
Europa
representa nuestro modelo de sociedad. Con progresiones y regresiones.
Actualmente estamos en una situación de crisis de modelo, pero Europa tiene
capacidad intelectual, política y económica para superarla. Faltan líderes y
voluntad política. Debemos, pues, estar en concordancia con el modelo europeo,
como ha estado siempre la España progresista y avanzada de las distintas
épocas. Y tras el excursus teórico en que fundamento mi opinión, la opción de
pacto más fructífera que tiene España en estos momentos es un Pacto de gobierno
(no solo de investidura) entre PSOE y Ciudadanos, con la abstención del PP.
Esta opción posibilitaría una política reformista durante un tiempo, que
produciría efectos positivos en la estabilidad y progreso de la economía
española. El impulso de un gobierno reformista y modernizador, controlado por
un Parlamento con fuerzas a su derecha y a su izquierda, podría situar a España
en un lugar tranquilo del inmediato futuro europeo.
Todo
ello es posible si todos los partidos políticos juegan a lo mismo: al interés
general de España y de los españoles. Porque la situación actual y lo que yo
propongo no se diferencia mucho del intento modernizador que Azaña se proponía para España en la II
República. Y todos sabemos cómo fracasó este intento, por el poco sentido
patriótico de las derechas y el poco sentido político de las izquierdas.
Indudablemente, el hoy es muy diferente en todos los sentidos, pero la historia
siempre es buen recordatorio.
En mi planteamiento está el interrogante de si el PP,
siendo el partido más votado, lo aceptaría. Si es inteligente, esta fórmula le
interesa para su propia renovación y regeneración, independientemente de los
intereses personales de Rajoy y
otros. Tras los cuatro años de corrupción continuada, si el PP gobernase en
minoría, con la abstención de Ciudadanos y PSOE y el voto en contra de todos
los demás, su mandato sería un tiempo de desgaste estéril frente a un
Parlamento hostil, que haría caer al gobierno más pronto que tarde. Con lo que
estaríamos casi en la misma situación que si se volviesen a repetir ahora mismo
las elecciones. Y repetir unas elecciones es, además del fracaso de los
políticos, decir a la gente que se ha equivocado votando como ha votado.
La
otra opción posible es PSOE.-Podemos-IU más lo que haga falta. Legítimo y
teóricamente progresista, aunque dudoso por la postura de Podemos. Decía Aristóteles que entre la nada y el ser
está el poder ser. Y Podemos, hoy por hoy, es una entelequia que “no puede ser”.
La ambigüedad, prepotencia, demagogia y vanidad infantiloide de Iglesias y sus muchachos hacen de
Podemos un riesgo incalculable. Tienen que demostrar una entidad que todavía no
tienen. Yo me considero de izquierdas y, como buen materialista, prefiero el
ser a la nada y la ontología a la metafísica.
Mariano Berges, profesor de filosofía