sábado, 30 de enero de 2016

PACTOS POLÍTICOS PARA UN TIEMPO NUEVO (III)

En mi artículo anterior hablaba de póker y tacticismos. Ya ha empezado la partida y los tacticismos son muchos e interdependientes. Todas las fórmulas posibles de pacto tienen al PSOE (y a Pedro Sánchez) como eje central: puede pactar con la derecha, con la izquierda, con Ciudadanos, se puede abstener, puede intentar que otros se abstengan a su favor, etc. Y en todas las fórmulas se presenta un endiablado escenario para el PSOE, cuyas consecuencias pueden ser determinantes en su futuro próximo como partido. La sabiduría política va a ser fundamental en este envite tan importante para España y los españoles (y para el PSOE).

No voy a repetir todas las fórmulas posibles, por conocidas, ni voy a elucubrar sobre intenciones ocultas de unos y otros, por intuidas. Sino que voy a situarme en una perspectiva de interés general y de viabilidad posible. Hablo de España y Europa. Una visión general sobre ambas y sus posibilidades reales son las que mejor nos mostrarán el camino a seguir.

He repetido muchas veces que los partidos políticos son meros instrumentos para configurar una convivencia estable y satisfactoria para los ciudadanos de un Estado. Ése es el objetivo y lo demás es secundario. Pues bien, el escenario macro, mundial y europeo, nos lleva a hablar de dos dimensiones estrechamente interrelacionadas: economía y política. No se puede hablar de la una sin la otra, y ninguna de las dos debe ser fagocitada por la otra. Y en este escenario, España es una pieza de tamaño medio que no tiene autonomía plena para decidir. Por lo tanto, sin sumisiones ni prepotencias, debemos razonar qué es posible y deseable, ya que el margen de maniobra de cualquier gobierno español es muy reducido. Desterremos un concepto metafísico de la libertad (hacer lo que uno quiera sin depender de nada ni de nadie), y ejerzamos un concepto real de la libertad (hacer lo que uno quiera de entre lo que pueda). Una concepción metafísica de la política es ruina garantizada.

Europa representa nuestro modelo de sociedad. Con progresiones y regresiones. Actualmente estamos en una situación de crisis de modelo, pero Europa tiene capacidad intelectual, política y económica para superarla. Faltan líderes y voluntad política. Debemos, pues, estar en concordancia con el modelo europeo, como ha estado siempre la España progresista y avanzada de las distintas épocas. Y tras el excursus teórico en que fundamento mi opinión, la opción de pacto más fructífera que tiene España en estos momentos es un Pacto de gobierno (no solo de investidura) entre PSOE y Ciudadanos, con la abstención del PP. Esta opción posibilitaría una política reformista durante un tiempo, que produciría efectos positivos en la estabilidad y progreso de la economía española. El impulso de un gobierno reformista y modernizador, controlado por un Parlamento con fuerzas a su derecha y a su izquierda, podría situar a España en un lugar tranquilo del inmediato futuro europeo.

Todo ello es posible si todos los partidos políticos juegan a lo mismo: al interés general de España y de los españoles. Porque la situación actual y lo que yo propongo no se diferencia mucho del intento modernizador que Azaña se proponía para España en la II República. Y todos sabemos cómo fracasó este intento, por el poco sentido patriótico de las derechas y el poco sentido político de las izquierdas. Indudablemente, el hoy es muy diferente en todos los sentidos, pero la historia siempre es buen recordatorio.

En mi planteamiento está el interrogante de si el PP, siendo el partido más votado, lo aceptaría. Si es inteligente, esta fórmula le interesa para su propia renovación y regeneración, independientemente de los intereses personales de Rajoy y otros. Tras los cuatro años de corrupción continuada, si el PP gobernase en minoría, con la abstención de Ciudadanos y PSOE y el voto en contra de todos los demás, su mandato sería un tiempo de desgaste estéril frente a un Parlamento hostil, que haría caer al gobierno más pronto que tarde. Con lo que estaríamos casi en la misma situación que si se volviesen a repetir ahora mismo las elecciones. Y repetir unas elecciones es, además del fracaso de los políticos, decir a la gente que se ha equivocado votando como ha votado.

La otra opción posible es PSOE.-Podemos-IU más lo que haga falta. Legítimo y teóricamente progresista, aunque dudoso por la postura de Podemos. Decía Aristóteles que entre la nada y el ser está el poder ser. Y Podemos, hoy por hoy, es una entelequia que “no puede ser”. La ambigüedad, prepotencia, demagogia y vanidad infantiloide de Iglesias y sus muchachos hacen de Podemos un riesgo incalculable. Tienen que demostrar una entidad que todavía no tienen. Yo me considero de izquierdas y, como buen materialista, prefiero el ser a la nada y la ontología a la metafísica.


Mariano Berges, profesor de filosofía

sábado, 16 de enero de 2016

PACTOS POLÍTICOS PARA UN TIEMPO NUEVO (II)

Cada vez más, esto se parece a una partida de póker, en la que los factores internos y personales tienen más importancia que los factores generales y sociales. Cada cual (personas y organizaciones) juega desde la defensa de sus intereses sin tener muy en cuenta los resultados sociales finales.

En estos momentos, y teniendo en cuenta que la mayoría para ser investido la dan 176 diputados, se definen tres grupos posibles: 1) Grupo de derechas (PP + C´s =163); 2) Grupo de izquierdas (PSOE + POD (y sus socios) + IU =161); 3) Grupo de nacionalistas (PNV + EC + DiL + Bildu + CC = 26).  Una vez más los nacionalistas tienen la capacidad de otorgar la mayoría a la derecha y a la izquierda. Aunque también C´s, una vez comprobado que no tiene mayoría con el PP, podría pactar o abstenerse a favor del PSOE. Hay que tener en cuenta que a C´s no le interesa la repetición de elecciones. Parece, pues, más probable un pacto de izquierdas, con apoyo o abstención de los nacionalistas y/o de C´s, que un pacto de derechas. En cualquier caso, la capacidad de acuerdos y de bloqueos va estar en el Parlamento y no en el Gobierno. Aunque para una reforma constitucional, el acuerdo PP-PSOE es condición imprescindible. 

Como se puede observar, los supuestos son muchos y el tacticismo  es infinito. Seguimos con el cálculo de posibilidades. Si PSOE y POD no pactan, habrá que poner sobre la mesa las razones reales (casi seguro que ocultas) de cada uno. Yo pienso que hay una razón general y social para que el pacto de izquierdas sea posible y real: que es la única posibilidad de un gobierno progresista y alternativo a la derecha. Si añadimos razones de tipo táctico o interesado, Sánchez parece obligado a intentarlo porque, de lo contrario, sus enemigos internos lo descabalgan. Ya se sabe que los políticos de otros partidos son adversarios y los de tu partido son enemigos. En el caso de POD, puede pensar que unas nuevas elecciones podrían suponerle el sorpasso al PSOE, independientemente del perjuicio social general para los españoles y el fracaso político general. La famosa “línea roja” del referéndum catalán no deja de ser una coartada que justificaría la voluntad de no pactar e ir a una nuevas elecciones, pues el referéndum es imposible sin reforma constitucional, y ésta es imposible sin acuerdo PP-PSOE. Lo mismo se puede decir sobre la petición de cuatro grupos parlamentarios por parte de POD, que es una presión de los socios sobre POD y no un deseo propio. Cada vez está más claro que POD tiene solo 42 escaños y que los otros 27 son confluencias coyunturales y tácticas. Difícil equilibrio el de POD: nacionalistas-soberanistas en la periferia y social-españoles en la meseta. De momento no les va mal, pero este juego no se sostiene por mucho tiempo.

Si acudimos a la lectura de los distintos medios de comunicación, la guerra de intereses ideológicos y económicos es brutal. A los pocos días de la investidura del Presidente de Cataluña, la presión sobre Sánchez y el PSOE es tremenda para que apoye o permita la investidura de Rajoy. Sin tener en cuenta la legitimidad democrática que tiene Sánchez para intentar pactar un gobierno progresista y reformista con POD, sin hacer caso al grito de “que viene el lobo” por parte de los medios de la derecha (casi todos). Viene al caso recordar que Pepe Múgica, expresidente de Uruguay, procede de la guerrilla uruguaya y se ha convertido en el paradigma universal de la ética, la austeridad y el sentido común de un gobernante. Cuando a uno le toca gobernar en serio, sabe que todos los ojos están sobre él y que sus decisiones y explicaciones (o la ausencia de ellas) van a ser examinadas con lupa. Por lo tanto, dejémonos de tonterías y hablemos en serio de lo conveniente o inconveniente desde la perspectiva de la sociedad en su conjunto, y no usemos coartadas engañosas que lo único que buscan es la supervivencia de cada cual. Lo que realmente le interesa a la sociedad española es el contenido programático de una coalición de izquierdas.

Y si pareciera que unas nuevas elecciones son inevitables, porque a POD le interesa, tras todo el espectáculo teatral que vamos a ver durante dos meses, yo aconsejo al PSOE que, con su abstención unida a la de C´s, permita la investidura de Rajoy. La lista de razonamientos será larga y dolorosa, pero si se hace bien podría ser un ejemplo de responsabilidad política y sentido de Estado. No olvidemos que el Parlamento tendrá, como nunca ha tenido, toda la capacidad para bloquear los excesos del PP. Y entonces, o el PP hace una política reformista o el gobierno tendrá una vida muy corta. En cualquier caso, es la hora de la responsabilidad por parte de los políticos y también es la hora de la inteligencia por parte de los ciudadanos. Ya vale de cuentos.

Mariano Berges, profesor de filosofía


sábado, 2 de enero de 2016

PACTOS POLÍTICOS PARA UN TIEMPO NUEVO

Cual si fuera un clásico futbolístico Barcelona-Madrid, nos encontramos sin gobierno tanto en Cataluña como en España, y con muchas posibilidades de que no lo haya, pues todo depende de pactos difíciles, complejos e inestables.

1. Hay una teoría aparentemente surrealista pero posible, aunque necesitaría de más tiempo para su maduración: tanto el gobierno de Cataluña como el gobierno de España dependen de la CUP. El desarrollo es muy sencillo. Si la CUP no inviste a Mas, Convergencia (CDC) vuelve a su origen, que nunca debió abandonar: partido de derecha burguesa sin ínfulas independentistas. En esa situación, PP (123) + Ciudadanos (40) + PNV (6) + CDC -ahora Democrácia i Llibertat (DiL) (7) = 176 escaños, o sea, mayoría absoluta. ¿Qué les parece? Tiene lógica racional pero no emocional, debido al último recorrido de CDC. Y sería un partido de derechas con toda la legitimidad democrática. Impensable en estos momentos, pero tres meses son mucho tiempo de cocción.

2. Pero pasemos a otro escenario, donde el PP no contaría con PNV y, sobre todo, con DiL. Y sí contaría con la abstención de Ciudadanos, pero no con la del PSOE. Resultado: 123 + 40 = 163. No llega a la mayoría suficiente.

3. Otro escenario: PSOE (90) + Podemos (42) + Socios de Podemos (27) + IU (2) + ERC (9) + EH Bildu (7) = 177. Resultado: mayoría absoluta. Si le sumamos PNV (6) y DiL (8) y Coalición Canaria (1), podrían prescindir de Bildu, incómodo socio por sus antecedentes familiares. Imposible coalición de investidura, a no ser que muchos renunciaran a su independentismo territorial respectivo, que es la esencia de su política.

4. Y si todos los escenarios anteriores fallan, y el tiempo va transcurriendo ante la impaciencia de los españoles, el nerviosismo de los mercados, el estupor de la UE, las presiones del BCE y el FMI y las guerras internas de los propios partidos (especialmente PSOE, pero también PP), podría salir un gobierno PP con la abstención de Ciudadanos y del PSOE (que tendría que elaborar una buena batería de argumentos para no cavar su tumba electoral). Este pacto de investidura, que no de gobierno, debería sostenerse sobre, al menos, cuatro puntos básicos: 1) La unión territorial española; 2) La igualdad de todos los españoles; 3) La reforma constitucional; 4) La regeneración institucional y política española. Y, además, ese gobierno tendría una característica especial: que en el Parlamento habría más noes que los síes del partido del gobierno, con lo que el Parlamento tendría la sartén por el mango en todas las decisiones importantes. No sería mala solución.

5. Porque el último escenario es repetir las elecciones. Lo que conllevaría un excesivo tiempo de espera, una gran incertidumbre y, especialmente, un enorme cansancio de los españoles ante el fracaso de los políticos, incapaces de traducir la voluntad del cuerpo electoral.

Independientemente de los intereses partidistas, la perspectiva correcta siempre es la política y no la de los partidos, mera herramienta de la política. Y desde esta perspectiva, hay que saber traducir la voluntad de la sociedad española, que se mueve entre lo viejo y lo nuevo, más que entre la izquierda y la derecha. Y que ha dicho que prefiere lo nuevo aunque incierto, antes que lo de siempre y conocido, enterrando el viejo y reaccionario aforismo de “más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer”. Esta situación, aparentemente complicada e inédita en nuestro período democrático, puede ser el principio de otro tipo de práctica política y la resurrección del poder legislativo (Parlamento), hasta ahora secuestrado por el poder ejecutivo (Gobierno) y, como consecuencia, podría también suponer la independencia del poder judicial, secuestrado también por los dos grandes partidos políticos. Solamente por recobrar la independencia de los tres poderes del Estado merece la pena el resultado electoral habido.

Estamos, pues, en un momento políticamente muy interesante. El toque de atención al PP, me interesa menos, por razones personales obvias, pero sí que me interesa mucho el toque de atención al PSOE, que ha sacado el peor resultado de su historia democrática, aunque en un contexto muy distinto por la aparición vertiginosa de Podemos. Pues bien, el PSOE tiene un problema, no solo de presente, sino, sobre todo, de futuro. Su triunfo, aunque disminuido, en la España analógica, rural y pobre de Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha, y su derrota en la España digital, urbana y rica de Madrid, Cataluña y Valencia, es algo más que una tendencia. Si, recordando a Bob Dylan, la respuesta está en el tiempo, el tiempo nuevo ya ha comenzado, aunque el futuro no está escrito.

Mariano Berges, profesor de filosofía