sábado, 2 de enero de 2016

PACTOS POLÍTICOS PARA UN TIEMPO NUEVO

Cual si fuera un clásico futbolístico Barcelona-Madrid, nos encontramos sin gobierno tanto en Cataluña como en España, y con muchas posibilidades de que no lo haya, pues todo depende de pactos difíciles, complejos e inestables.

1. Hay una teoría aparentemente surrealista pero posible, aunque necesitaría de más tiempo para su maduración: tanto el gobierno de Cataluña como el gobierno de España dependen de la CUP. El desarrollo es muy sencillo. Si la CUP no inviste a Mas, Convergencia (CDC) vuelve a su origen, que nunca debió abandonar: partido de derecha burguesa sin ínfulas independentistas. En esa situación, PP (123) + Ciudadanos (40) + PNV (6) + CDC -ahora Democrácia i Llibertat (DiL) (7) = 176 escaños, o sea, mayoría absoluta. ¿Qué les parece? Tiene lógica racional pero no emocional, debido al último recorrido de CDC. Y sería un partido de derechas con toda la legitimidad democrática. Impensable en estos momentos, pero tres meses son mucho tiempo de cocción.

2. Pero pasemos a otro escenario, donde el PP no contaría con PNV y, sobre todo, con DiL. Y sí contaría con la abstención de Ciudadanos, pero no con la del PSOE. Resultado: 123 + 40 = 163. No llega a la mayoría suficiente.

3. Otro escenario: PSOE (90) + Podemos (42) + Socios de Podemos (27) + IU (2) + ERC (9) + EH Bildu (7) = 177. Resultado: mayoría absoluta. Si le sumamos PNV (6) y DiL (8) y Coalición Canaria (1), podrían prescindir de Bildu, incómodo socio por sus antecedentes familiares. Imposible coalición de investidura, a no ser que muchos renunciaran a su independentismo territorial respectivo, que es la esencia de su política.

4. Y si todos los escenarios anteriores fallan, y el tiempo va transcurriendo ante la impaciencia de los españoles, el nerviosismo de los mercados, el estupor de la UE, las presiones del BCE y el FMI y las guerras internas de los propios partidos (especialmente PSOE, pero también PP), podría salir un gobierno PP con la abstención de Ciudadanos y del PSOE (que tendría que elaborar una buena batería de argumentos para no cavar su tumba electoral). Este pacto de investidura, que no de gobierno, debería sostenerse sobre, al menos, cuatro puntos básicos: 1) La unión territorial española; 2) La igualdad de todos los españoles; 3) La reforma constitucional; 4) La regeneración institucional y política española. Y, además, ese gobierno tendría una característica especial: que en el Parlamento habría más noes que los síes del partido del gobierno, con lo que el Parlamento tendría la sartén por el mango en todas las decisiones importantes. No sería mala solución.

5. Porque el último escenario es repetir las elecciones. Lo que conllevaría un excesivo tiempo de espera, una gran incertidumbre y, especialmente, un enorme cansancio de los españoles ante el fracaso de los políticos, incapaces de traducir la voluntad del cuerpo electoral.

Independientemente de los intereses partidistas, la perspectiva correcta siempre es la política y no la de los partidos, mera herramienta de la política. Y desde esta perspectiva, hay que saber traducir la voluntad de la sociedad española, que se mueve entre lo viejo y lo nuevo, más que entre la izquierda y la derecha. Y que ha dicho que prefiere lo nuevo aunque incierto, antes que lo de siempre y conocido, enterrando el viejo y reaccionario aforismo de “más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer”. Esta situación, aparentemente complicada e inédita en nuestro período democrático, puede ser el principio de otro tipo de práctica política y la resurrección del poder legislativo (Parlamento), hasta ahora secuestrado por el poder ejecutivo (Gobierno) y, como consecuencia, podría también suponer la independencia del poder judicial, secuestrado también por los dos grandes partidos políticos. Solamente por recobrar la independencia de los tres poderes del Estado merece la pena el resultado electoral habido.

Estamos, pues, en un momento políticamente muy interesante. El toque de atención al PP, me interesa menos, por razones personales obvias, pero sí que me interesa mucho el toque de atención al PSOE, que ha sacado el peor resultado de su historia democrática, aunque en un contexto muy distinto por la aparición vertiginosa de Podemos. Pues bien, el PSOE tiene un problema, no solo de presente, sino, sobre todo, de futuro. Su triunfo, aunque disminuido, en la España analógica, rural y pobre de Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha, y su derrota en la España digital, urbana y rica de Madrid, Cataluña y Valencia, es algo más que una tendencia. Si, recordando a Bob Dylan, la respuesta está en el tiempo, el tiempo nuevo ya ha comenzado, aunque el futuro no está escrito.

Mariano Berges, profesor de filosofía


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