sábado, 24 de noviembre de 2012

Análisis marxista de la actualidad

El avance neoliberal está siendo tan rápido y tan radical que uno tiene que mirar hacia atrás para rearmarse ideológicamente. Y en esta retrospectiva te encuentras con el que nunca debimos olvidar, Karl Marx, al que hay que reivindicar en sus justos términos. Me refiero al Marx filósofo que analiza la realidad que pretende cambiar, cual es la sociedad de su tiempo, y no tanto al Marx al que canonizaron y malinterpretaron en la URSS. Distingamos marxismo y comunismo: el marxismo es un sistema filosófico y el comunismo es un sistema político. Con elementos teóricos comunes pero con objetivos y resultados muy distintos. Excusándome por la grosera simplificación, Marx elabora una teoría de la realidad social denominada “Materialismo Histórico”. Esta teoría dice que en la base hay una estructura económica donde coexisten dos clases sociales: la de los capitalistas o explotadores y la de los proletarios o explotados. Por encima de la estructura económica está la superestructura ideológica (política, derecho, moral, religión, filosofía y arte) que conforma la “conciencia social”. La estructura económica condiciona la superestructura ideológica y ésta justifica a aquella, a la vez que procura su supervivencia. Los sistemas político, jurídico y religioso forma el esqueleto fundamental de esa conciencia social o superestructura. Y tienen como función justificar y mantener la situación de explotadores y explotados. Que haya individualidades y excepciones entre los profesionales de cada uno de los sistemas no anula que el sistema en su conjunto sirva para lo que sirve. Extrapolando el análisis marxista a la actualidad, podemos observar multitud de ejemplos que ratifican la veracidad del mismo. Los desahucios se ejecutan por una ley (superestructura jurídica) que los autoriza, incluso, según dicen los jueces, les obliga a ejecutarlos. Los políticos dicen que no les queda más remedio que obedecerlos y que hay que tener cuidado no vaya a ser que el elemento sistémico bancario se venga a abajo y con él el país entero. La Iglesia no dice nada. Incluso para algunos de sus jerarcas es una situación positiva porque potencia la caridad en detrimento de la justicia. Podemos seguir con más ejemplos: el paro, los despidos laborales, los bajos salarios, el desmantelamiento de lo público… todos tienen su superestructura jurídica y política explicando la justicia legal de los mismos. Y ahora más que nunca gracias a la Ley de Reforma Laboral. En fin, por no ser reiterativo, vayan ustedes repasando cualquier situación de precariedad para unos y de enriquecimiento para otros, y aplíquenle el esquema explicativo de don Carlos. La situación es tan radicalmente negativa que solo con medicina fuerte puede el enfermo sanar. Como prescripciones médicas pueden servir las siguientes: 1. Que nadie se asuste de los conceptos ni de las teorías, sino de los hechos. 2. Que nadie condene el marxismo si no lo ha leído. Si lo ha leído, que argumente sus tesis y antítesis y las discuta con honestidad. 3. Que los políticos no se justifiquen por la existencia de leyes que autorizan la injusticia moral, que puede ser justicia legal. Los políticos están para cambiar las leyes que no solucionen los problemas sociales. Todas las leyes son humanas y, por lo tanto, modificables y perfeccionables. El sistema religioso habla de leyes divinas que no se pueden modificar porque proceden de dios. 4. La política se inventa para organizar la sociedad de la manera más beneficiosa para la mayoría social. De todas las éticas que ha habido en la historia la más útil ha sido la ética utilitarista (Bentham; Stuart Mill), precisamente por su dimensión política. Dice que las acciones son buenas o malas en la medida en que tiendan a aumentar o disminuir la felicidad general. 5. El cambio social se da cuando se modifica la estructura económica, que es la que genera la superestructura ideológica. Y no al revés, porque los dueños de la economía nunca modificarán las leyes ni la política, a no ser que se les obligue. Véase el paripé lampedusiano (cambiar algo para que nada cambie) que han hecho con los desahucios de viviendas. Conclusión: Hay que saber analizar y explicar lo que pasa. Luego podremos modificarlo o no, pero intentémoslo al menos. Todo tipo de protestas sociales son bienvenidas, ya que la parálisis social garantiza el fracaso más absoluto. Hasta hace poco tiempo éramos optimistas por sentido del presente, ahora toca ser pesimistas por sentido de futuro. Mariano Berges, profesor de filosofía

sábado, 10 de noviembre de 2012

La política, la ética y la complejidad Sobran muchos políticos en la política actual y faltan muchos con otro perfil intelectual y moral




Este artículo es un análisis teórico de lo que debería ser la política, porque la política no solo es necesaria sino imprescindible. Por el contrario, la antipolítica es profundamente reaccionaria, por más que muchos de quienes la practiquen se digan progresistas. La política es siempre compleja, como lo es la sociedad, la economía y la gestión. La simplificación del pensamiento político, los mensajes simplistas repletos de obviedades, imposibilitan el intercambio de ideas y convierten la política en un producto típico de mercadotecnia.
La gestión de la complejidad requiere sabiduría y capacidad. Si por sabiduría entendemos la comprensión de la realidad y por capacidad, las estrategias y habilidades para solucionar problemas complejos de esa misma realidad, habremos formulado el perfil idóneo del político como el delegado por la sociedad para solucionar sus problemas. Como la sociedad es plural en sus perspectivas e intereses, existen varios proyectos políticos que intentan dar soluciones a los problemas. Y cada ciudadano vota en función de lo que piensa que son sus intereses.
Aquí entramos en la dimensión compleja de la política. En primer lugar, habrá que identificar bien los problemas a solucionar. Luego habrá que formular las soluciones a dichos problemas. Posteriormente habrá que elaborar un discurso que muestre que esa identificación y formulación son las que interesan a una mayoría social. O dicho de otra manera, que la mayoría de la sociedad se sienta identificada o próxima a ese planteamiento de la complejidad. Y, por último, habrá que ejercer la acción política que sea coherente con el discurso.
Está claro que la descripción anterior es una operación intelectual de una enorme dificultad, no alcanzable para mucha gente que, sin ningún demérito personal, no está capacitada para ello. Aristóteles decía que todos los ciudadanos son inexcusablemente políticos, porque todos tenían la obligación moral de colaborar en la mejor organización social. La relación entre ética y política era tan estrecha que no podía darse la una sin la otra. Pero los líderes sociales, lo que ahora llamaríamos políticos "profesionales", deberían estar profundamente educados para el noble ejercicio de la política. Platón, en su ensimismamiento filosófico, llega a decir que solo los filósofos podían ejercer la política, que es entendida como la más noble de las artes humanas. Dedicarse a la política es tal honor para los elegidos que su satisfacción, incluso su vanidad, debería ser suficiente salario. Dedicarse a solventar los problemas del conjunto de la comunidad supone el mayor honor y la mayor satisfacción que una persona puede tener. Si alguien entiende que por tal actividad hay que pagar enormes dádivas y salarios, de manera que constituyan una casta diferente del resto de la sociedad, está pervirtiendo la fascinante tarea de la política.
Normalmente, en el ejercicio de la política se diferencian dos dimensiones: la orgánica (prosaica e instrumental pero imprescindible) y la institucional (la que realmente transforma la sociedad). La política orgánica es aquella que se ejerce al interior del partido político y que debería dinamizar al conjunto de los militantes y simpatizantes para que la percepción común que todos ellos tienen de la realidad social se transmita al conjunto de la sociedad. La política institucional es aquella que, desde el gobierno de la institución, traduce y ejecuta lo que el partido político ha elaborado desde la sociedad. Un gran problema en los partidos españoles es que lo orgánico prima sobre lo institucional, cuando debería ser un mero instrumento. Y especialmente preocupante es el hecho de que los políticos españoles parecen vivir en una burbuja al margen de los ciudadanos, lo que les imposibilita elaborar el discurso y la acción política pertinentes.
El 15-M recobró algo del espíritu griego saliendo a la plaza pública a hablar de los problemas de la comunidad. Nos dimos cuenta de que la política nos concierne a todos y que, por tanto, todos somos políticos. Imposible no coincidir con la mayoría de sus reivindicaciones, aunque me resulte imposible aprobar el mensaje antipolítico que a menudo emana de ese movimiento. Negar las fronteras entre derecha e izquierda es, en la práctica, hacer política de derechas.
En definitiva, la política es gestión de la complejidad. Lo que exige una inteligencia estratégica y conocedora de los procesos. Como puede deducirse de todo lo dicho, sobran muchos políticos en la política actual y faltan muchos otros políticos con otro perfil intelectual y moral.
Profesor de filosofía