sábado, 27 de febrero de 2016

EL PODER DE LAS PALABRAS

¡Vaya follón que tiene Pedro Sánchez! No sé si es peor el lío interno o el lío externo. Con la firma del pacto PSOE-Ciudadanos (C`s) se ha abierto la caja de Pandora.

Empecemos por el pacto, aunque no es el pacto en si sino el contexto del pacto lo que hay que considerar, tanto el contexto interno como el externo. Porque el pacto dice cosas interesantes, más con estilo de programa electoral que de pacto de gobierno. Pero si tenemos en cuenta que todavía quedan más de dos meses hasta el 3 de mayo (fecha de caducidad del tiempo hábil para pactar), hay que interpretar que dicho pacto es ampliable a otras fuerzas políticas y, por lo tanto, abierto y modificable. Por esta misma razón, la consulta a los militantes del PSOE no tiene mucho sentido. Fue una propuesta “hábil” de Sánchez frente a sus barones, que se puede volver contra él. Porque con la supresión de las diputaciones provinciales (no todas, siempre ha habido clases) los aparatos regionales del PSOE han aprovechado la ocasión para, “en defensa de nuestros pequeños pueblos”, cargarse el trabajo de Sánchez y su comisión negociadora. También es verdad que el pacto se les ha puesto “a huevo”. Si en vez de la palabra “supresión” hubiesen puesto “transformación”, todo hubiese sido distinto, al menos por ahora. Porque a nadie sensato y con un mínimo conocimiento de la cuestión se le escapa que las diputaciones provinciales deben ser objeto de una transformación radical para cumplir su función hacia los pequeños pueblos, sin discriminaciones ni clientelismo políticos. De las comarcas aragonesas ya ni hablamos, porque, como dijo Lambán, ni se tenían que haber creado ni dan valor añadido significativo a la gestión de los pequeños pueblos. En Aragón, en Andalucía, y supongo que en otros muchos lugares, se ha levantado el hacha de guerra por la palabra “supresión” (de las diputaciones). De todas formas, recuerdo que ya estaba en el programa electoral de Rubalcaba y no se armó tanto revuelo. Seguramente porque nadie se lo creía.

El PSOE ha pactado con C´s, o sea, con la derecha. Y no ha pactado con Podemos (POD), o sea, con la izquierda. Aquí la razón de la rebelión es eso de izquierda-derecha. Otra vez habría que volver a los documentos. Repito que el documento del pacto PSOE-C´s no está mal, es posibilista y razonable. Y lo que sí es viable. Pero el documento de POD no es viable. El referéndum de Cataluña ni es ni debe ser asumible por el PSOE. Y casi todas las propuestas con traducción económica son, hoy por hoy, inviables. Por lo tanto, la pregunta básica es ¿quería POD pactar o lo que quería era justificar su no-pacto?

A veces, da la impresión de que todos han empezado una especie de precampaña electoral para las elecciones del 26 de junio. Y que la palabra clave aquí es “culpa”. ¿Quién ha tenido la culpa de que se tengan que repetir las elecciones? Todos van a la búsqueda de la coartada. Una vez más el lenguaje sirve para engañar más que para decir la verdad. Ahora bien, para que haya realmente engaño hacen falta dos requisitos: engañador y engañado. El primero tiene que ser listo y el segundo, ¿tonto? Me viene a la mente un título precioso del filósofo Gómez de Liaño, La mentira como cohesión social. ¿Es posible nuestro tipo de sociedad sin mentira, propalada y aceptada por todos y entre todos? ¿Podríamos vivir sin publicidad (engañosa), medios de comunicación (parciales e interesados), mentiras cotidianas (otro título precioso de Monserrat Roig, Dime que me quieres aunque sea mentira), mentiras “salvadoras”, mentiras “terapéuticas”, elocuentes silencios…? Imposible. No hay tópico más ruinoso que ése de “no se debe mentir”. Hasta la moral católica, tan sabia como siempre, tiene en su catálogo salvífico la restricción mental, que es una forma de mentir sin que sea pecado. ¿Y qué decir del secreto de la confesión en caso de delitos?

Yo, como militante del PSOE, voy a ir a votar el sábado 27. Y votaré que SÍ a este pacto imperfecto, incompleto y fundamentalmente desiderativo. Porque no puede haber pacto real de gobierno si no hay un pacto embrionario del que partir. Otra cosa es para qué va servir esta consulta, que no es vinculante para nadie y va a ser instrumentalizada como arma arrojadiza de todos (internos y externos) contra todos.  Sánchez y Rivera han demostrado voluntad política para pactar. Otros todavía no. Yo espero y deseo que haya pacto. Entre otras razones porque si se repiten las elecciones, el resultado va ser muy parecido, y estaremos otra vez igual pero peor. En Europa nos ningunearán todavía más porque la interlocución con Bruselas bajará enteros y la confianza de los mercados con España quedará dañada. Es una barbaridad tomarse tanto tiempo para constituir gobierno.  


Mariano Berges, profesor de filosofía

sábado, 13 de febrero de 2016

HAY VIDA FUERA DE LA POLÍTICA

Tras tres capítulos sobre los pactos posibles entre los diversos partidos políticos con el objetivo de configurar un gobierno en España, uno se queda seco y extenuado sobre la cuestión. Llevamos una larga temporada de casi dos meses haciendo quinielas, desencriptando declaraciones generales y huecas y vetando unos a otros con argumentos solo válidos para los fans de cada cofradía. Lejos de patriotismos rancios y de fundamentalismos  que nadie cree, todos estamos en la obligación moral y política de configurar un gobierno decente que garantice un mínimo Estado de bienestar.

Pero hoy me interesa la vida cotidiana, esa cosa tan vulgar como son los pequeños placeres de cada día y las penas inevitables que dimanan de nuestra condición de seres humanos que tienen la obligación moral de vivir. Ese bien vivir y bien morir que predica la ética, contigo y con los demás. Porque sí, hay vida fuera de la política: la salud, los afectos, la amistad, la cultura, el arte, el sol, los paseos, la conversación, la lectura, la contemplación, la reflexión, el trabajo bien hecho… y muchas más cosas.

La vida cotidiana debe tener un sentido, el que cada uno le quiera dar. Y nuestras conversaciones con los familiares y amigos no son valiosas por el contenido propiamente dicho, sino por el sentido que le damos en cada momento. Permitidme que en este momento os trate como amigos a los que me apetece contar una experiencia gratificante que hace que la vida tenga sentido.

Hace poco tiempo estuve en Lanzarote, la isla de César Manrique, y aunque ya lo conocía superficialmente, lo redescubrí un poco más intensamente. En la actualidad, Lanzarote no se entiende sin César Manrique. Cada lugar de la isla lo vas viendo con los ojos de Manrique. Su obra y su espíritu están en cada rincón y en cada elemento, por ligero o efímero que sea. Su voluntad transformadora ha refundado la isla y la isla es la manifestación más elocuente de su sensibilidad acerca del hombre, la naturaleza y el arte. Hace bueno a Hegel en su concepción de la estética como estado superior del hombre y de la concepción ética del artista como obligación moral de defender el medio ambiente como contribución a la felicidad individual y colectiva de la humanidad.

La imposición de banderas, nacionalidades, religiones o sistemas políticos tienen poco que ver con saber ver la humilde felicidad en la naturaleza, el ser humano, la contemplación, la serenidad, la solidaridad. Ver la naturaleza explotada por el excesivo cemento que la esconde bajo su monotonía gris y esas alturas babélicas que nos esconden el sol, las estrellas y el horizonte, nos desquician y conducen a la humanidad a la confusión.

César Manrique no es solo un artista plástico, sino que es un poeta visual y, aunque no tiene obra escrita, sí que ha impartido conferencias y ha concedido entrevistas en las que se puede detectar su cosmovisión. Algunos de sus pensamientos o manifestaciones son dignos de retener por su sencillez y su profundidad. Veamos algunos ejemplos en sus pensamientos:

“Hay un fenómeno que tenemos la obligación de difundir, que es, sencillamente, enseñar a VER”. Cómo me recuerda a esa pequeña joya que es “Modos de Ver” de John Berger, donde el autor nos recuerda que el niño primero ve y mira y luego habla. Ya de mayores, no paramos de hablar. Manrique nos evoca el elocuente y profundo silencio.

“Creo que lo único inteligente es tener una conciencia del instante de una vida, para jugar con ese maravilloso y fantástico experimento y poderse reír de las ingenuidades, de lo llamado importante”. El eterno juego de la persona y el personaje, de lo real y lo aparente, del ruido y el silencio, de las palabras y los conceptos. En definitiva, de la verdad y la falsedad en la vida.

“Ya sabemos sencillamente del bien y del mal. Todo es demasiado simple. Hacer bien es crear felicidad. Hacer mal es crear dolor”. Cuando los principios no están claros, por su abstracción o por nuestra incapacidad, podemos elevarnos desde las consecuencias. La inducción es más científica que la deducción. Y en todo caso, ambas son complementarias.

Hasta con la muerte es creativo. No solo no la teme sino que se recrea en ella, la necesita. No puede entenderse la vida sin la muerte. Es más, sería algo insufrible vivir eternamente. “Saber que me voy a morir me permite crear el momento, porque no tengo la responsabilidad de seguir existiendo”.

Gracias por esta conversación. Me he sentido bien. El mayor negocio de un país es su educación: enseñar a mirar, a guardar silencio productivo, a no distraerse en lo trivial, atreverse a pensar, aprender a vivir. Los llamados contenidos son una mera herramienta en la educación.


Mariano Berges, profesor de filosofía