sábado, 19 de julio de 2014

NUEVO PSOE (y II)








Esperando que, tal como se exponía en el artículo anterior, el PSOE cambie la estructura del negocio y no solo de gerente, intentaré en esta reflexión apuntar algunas notas que podrían irle bien al nuevo PSOE como aspirante que es a partido de gobierno.

La primera cuestión, la más importante y la más difícil, pero también la prueba de fuego de la convicción y eficacia de un partido socialdemócrata. es la cuestión fiscal Una fiscalidad moderna, suficiente y justa es la clave para poder aspirar a un Estado de bienestar suficiente y equilibrado. La última seudorreforma del Gobierno PP ni es suficiente, ni justa ni equilibrada, sino una propuesta que, con tintes electoralistas, no aborda un cambio de fondo del sistema tributario sino que consolida los problemas existentes y sigue beneficiando a los que más tienen. Nuestro país necesita un sistema que garantice más recaudación de forma estable para atender los compromisos sociales y financieros que requiere una economía avanzada; un sistema más justo, que aumente las aportaciones del capital y de quienes poseen más riqueza y reduzca la de aquellos que menos ingresos tienen; y atacar con decisión el fraude y la elusión, que están minando la recaudación y la justicia de los impuestos.

En segundo lugar, es fundamental una política clara de defensa de lo público, frente a los teóricos de la globalización que abogan por desmantelar los logros del Estado de bienestar. Estos “globalizadores” defienden la flexibilidad laboral, la baja presión impositiva, la libertad absoluta de capitales y, sobre todo, la idea de que no se puede actuar contra los mercados sin correr riesgos a manos de las multinacionales. Frente a esto, el PSOE debe recuperar la primacía de la política contra la vigencia del pensamiento único. Para ello, no estaría de más derogar el art.135 de la CE y la Reforma Laboral. Dejemos al descubierto a todos los que usan la crisis como coartada para desmantelar los servicios públicos y los valores de igualdad, solidaridad y libertad, imprescindibles en estos tiempos de convulsión. No hay que subestimar la crisis pero hay que salir de ella de una manera justa y solidaria. Si para ello es necesario un calendario más amplio para la recuperación hagámoslo. Y no abusemos de la deuda porque ello supone la hipoteca de las futuras generaciones.

En tercer lugar, es de vital importancia la regeneración institucional. Empezando por recuperar el concepto de Estado, que hace iguales a todos los españoles, y poner orden en la realidad autonómica de España, evitando las desigualdades y las discrecionalidades y coordinando el funcionamiento de las autonomías. En un Estado casi federal como el nuestro, caben muchas singularidades, pero siempre sin ventajas jurídicas ni económicas para nadie. El concierto vasco y navarro no ha sido un buen ejemplo y ha dado pie a catalanes (¿y por qué no a otros?) a demandar “lo suyo” y, aprovechando la debilidad del Estado, ir más lejos hasta llegar a extremos independentistas. El nuevo PSOE debe trabajar por un Estado federal con pasos seguros y pacientes, con argumentos sostenibles en el tiempo y en el espacio, y con una política de Estado que nunca debió abandonar. Otro de los aspectos fundamentales en la regeneración institucional es introducir el concepto de independencia de poderes y el de una gestión moderna y eficaz propia de toda organización del siglo XXI.

Y, por último, Europa, que debe ser una referencia imprescindible para España y para el nuevo PSOE. La Europa que ha parido el Estado de bienestar ha sido la Europa socialdemócrata. Es cierto que el siglo XXI ha aportado unas características nuevas a nuestra sociedad: la globalización, las nuevas tecnologías, la movilidad internacional de capitales, bienes y personas y, como consecuencia de todo ello, el cambio radical de las mentes. Pues bien, sin renunciar al modelo socialdemócrata genuino, el nuevo PSOE debe adaptarse a la nueva situación con la integración en su discurso y en su praxis de nuevas personas, herramientas y estrategias, de manera que la política vuelva a primar sobre la economía. La alineación española debe ser con los países del sur, exigiendo con el norte un equilibro actualmente inexistente. Para ello, la participación política de sus ciudadanos es vital, porque la democracia no es sólo una técnica de gobierno, o un mecanismo de selección de representantes, sino un modo de organizarse políticamente. Una forma de vida entre ciudadanos que reivindican el derecho a participar en un debate informado, y a deliberar sobre las exigencias de justicia que cualquier poder está obligado a cumplir. El momento democrático no se condensa en la votación sino en la deliberación

Mariano Berges, profesor de filosofía


jueves, 17 de julio de 2014

La impunidad del discurso




Un discurso es impune si no se compara. El discurso de Rudi no aguanta un mínimo contraste con la realidad. Su optimismo cósmico deriva de la fanfarronería de Aznar y del cinismo de Rajoy. Oyendo a Rudi uno duda de si miente o se cree lo que dice. Ha constatado el "final de la crisis" y ha añadido que Aragón aún está mejor que la media española. No solo no hay final de la crisis sino que hay que aclarar que Aragón ha mantenido tradicionalmente una situación algo mejor que la media nacional. Pero esta ventaja va disminuyendo con el Gobierno de Rudi. Solo un ejemplo: la desigualdad está creciendo el doble de rápido en Aragón que en España (6,5 puntos en Aragón, 3,1 en España) y el riesgo de pobreza y exclusión social (7 puntos en Aragón y 2,5 en España).



sábado, 5 de julio de 2014

NUEVO PSOE (I)








La situación actual del PSOE recuerda a aquel letrero de los escaparates de las tiendas pre-electrónicas que decía “cerrado por balance”. Porque, efectivamente, el PSOE está haciendo una fuerte revisión o balance de su acción política de los últimos años y la correspondiente percepción ciudadana.
El primer momento crítico hay que situarlo al final del “felipismo”. Las cuatro legislaturas de Felipe González transformaron España y los españoles comenzamos a saborear qué era aquello del Estado de bienestar. España se puso de moda en Europa y en el mundo. ¡Qué peligrosas son las modas! Y aunque muchos atribuyen el final del “felipismo a la corrupción, yo siempre he pensado que los españoles estaban aburridos de ver siempre la misma cara y decidieron cambiar. Un rasgo muy español eso de cambiar por cambiar.
A partir de la generales de 2000 el PSOE entra en crisis. Almunia, Secretario General, es vencido en primarias por Borrell como candidato a la Presidencia de Gobierno y se entra en una bicefalia que el aparato de Ferraz hizo descarrilar. El batacazo para la izquierda fue de nota y el PP de Aznar consiguió su primera mayoría absoluta. Por cierto que en esas elecciones PSOE e IU (Almunia y Frutos) hicieron listas conjuntas para el Senado y apoyaban la supuesta investidura de Almunia. O sea, que eso de juntarse las izquierdas en un cartel común ni es nuevo ni garantiza el éxito.
Tras ocho años de “aznarismo”, en 2004, con la guerra de Irak mediante, irrumpe el joven Zapatero que abruma con un primer cuatrienio lleno de nuevos derechos civiles como nunca había soñado España, que se pone a la cabeza mundial en derechos de minorías y de género. Y se aprueba la ley de la Dependencia que, aunque deficitaria de presupuesto, marcó un hito en la política social. Pero el segundo cuatrienio lo comienza Zapatero con las reiteradas negaciones de la crisis y finaliza su crédito el 12 de mayo de 2010 con el inicio de las políticas de ajuste. Es curioso como la sociedad ha hecho pagar al PSOE un final puntualmente negativo frente a todo un balance global enormemente positivo. Desde una perspectiva racional me atrevo a proclamar la injusticia de tal ajuste de cuentas. En la actualidad, y aunque no lo sepan, los movimientos reivindicativos de calle están reivindicando la restauración de la situación anterior al 12 de mayo de 2010, o sea, el modelo social de la socialdemocracia que nunca debió abandonar el PSOE.
A partir de noviembre de 2011, con la mayoría absoluta del PP, España avanza con paso militar en el desguace del Estado de bienestar. La gente cree eso de que no hay alternativa posible y que si nos portamos bien los mercados nos premiarán y volverán las oscuras golondrinas, perdón, las inversiones extranjeras, porque España volverá a estar de moda. El PSOE, tras las derrotas municipales-autonómicas-generales de 2011, y que otorgaron al PP el mayor poder que nunca un partido político ha tenido en España, toma conciencia de su fracaso y celebra un Congreso en Sevilla que no cierra bien las heridas orgánicas. Su contenido programático se enriquece notablemente con la Conferencia Política de Granada, cerrando con una propuesta de reforma constitucional que, aunque deficitaria de concreción y de modelo federal, supone un estimulante punto de partida del que ningún partido ha acusado recibo.
En éstas estábamos cuando las elecciones europeas del 25-M han manifestado que el conformismo no se adueñado de nuestra sociedad. Todavía no sabemos cómo enfocarlo pero los resultados electorales fueron un aldabonazo a quien empezó con las políticas de ajuste y a quién las ha proseguido con una ingente energía, digna de mejor causa. Los nervios están tan a flor de piel que hasta el PP pide regeneración democrática. Surrealista. Y los nuevos “triunfadores” (alístese quien quiera) sienten el vértigo del vacío programático y de una mínima arquitectura de configuración social e institucional.
El PSOE ha terminado el balance y se dispone a cambiar la estructura del negocio. El gerente se ha jubilado y tres prometedores herederos están educadamente porfiando por la herencia. Pero, claro, no se trata solo de cambiar de gerente sino de negocio, que ha quedado un tanto obsoleto por la rapidez de las nuevas tecnologías y de los correspondientes procesos mentales de la clientela. La demanda ha cambiado y los demandantes han madurado y se atreven a pedir lo que antes no se atrevían. ¿Gustará el nuevo negocio PSOE a los potenciales clientes-electores?
Cuidado con cambiar solo de imagen, aunque a veces el mercado solo pida eso. Sería mortal para el PSOE y para España, que siempre ha necesitado al PSOE como elemento fundamental y necesario de modernidad y progreso.

Mariano Berges, profesor de filosofía