viernes, 29 de diciembre de 2023

PEDRO SÁNCHEZ O LA MODERNIDAD LÍQUIDA



Muchas veces recuerdo que en mis tiempos docentes solía repetir una imagen pedagógica. Cuando un adulto discute con un niño sin posibilidad de acuerdo, el adulto debe ponerse en cuclillas y hablar con el niño de igual a igual, de manera que los ojos de los dos estén a la misma altura. La perspectiva hay que cambiarla cuando la vieja no da resultado. En este artículo voy a intentar cambiar de perspectiva y ponerme a la altura de aquellos a los que no entiendo.

Que los tiempos y las sociedades cambian a un ritmo trepidante es una obviedad. Sin embargo, nuestras mentes siguen operando a un ritmo mucho más lento y con características de fijeza e irreversibilidad. Pero eso es lo normal. Una persona de 77 años tiene poco que hablar con otra de 18. Pueden intercambiar palabras, incluso algunos conceptos, pero no podemos acordar claves de interpretación sobre la sociedad y cualquiera de sus manifestaciones culturales, económicas o políticas.

En la actualidad hay un personaje en España que resulta singular, independientemente de incondicionales y detractores, que los tiene en abundancia. Me refiero a Pedro Sánchez. Nadie le puede negar fuerza, audacia, temeridad, suerte, relatividad moral (¿hay alguna moral que no sea relativa?). Las morales absolutas son muy peligrosas, como todo lo absoluto. Sánchez tiene adeptos hasta llegar a la categoría de fans y enemigos hasta soñar con él auténticas pesadillas. Hasta ha sacado a Felipe González y Alfonso Guerra de sus confortables silencios históricos para intentar descalificarle. También mi amigo Javier Lambán está en la misma línea, aunque no tan personalmente. Vano intento. Quizás acertáramos si, en vez de discutir acaloradamente, nos dedicásemos a una simple descripción del siguiente tipo: “Sánchez es el presente, Felipe es el pretérito”. La diferencia de los tiempos a que nos referimos es tan radical que no es fácil establecer comparaciones. Personalmente, yo no hubiera intervenido como González-Guerra, sino que hubiese guardado un astuto silencio y esperar a ver qué pasa. Cuánto hay que aprender de la diplomacia vaticana, con sus silencios y distanciamientos litúrgicos. Analizar el presente desde claves pretéritas suele dar más errores que aciertos.

Bauman, uno de los pensadores más actuales y acertados habla de modernidad líquida: las estructuras y normas sólidas que solían ofrecer estabilidad y tradición a la sociedad han evolucionado hacia una modernidad líquida en la que todo es frágil, volátil y flexible. El capitalismo actual nos ha convertido en meros consumidores, no solo de productos sino también de imágenes y conceptos. Las viejas estructuras no solo no ayudan sino que frenan. Ya hace muchos años que Marcuse hablaba del hombre unidimensional como prototipo de futuros tiempos que quizás ya los tenemos aquí. ¿Será Sánchez la representación de un objeto político cuya única dimensión es ser consumido? El presentismo nos rodea y es prácticamente imposible escapar a él. El PSOE actual no alarma tanto a muchos jóvenes de izquierdas como a la vieja guardia socialista. Me caben dudas de si el PSOE de Felipe González hubiera superado el procés de Cataluña, la irrupción de Podemos y el variopinto panorama de los nacionalismos periféricos. El millón de votos que Sánchez aumentó en las elecciones del último 23-J algo indica en esa dirección. Que no solo una alianza PSOE-PP es imposible, sino que hay que hacer lo que sea con tal que PP-Vox no lleguen al poder. No es casualidad que España sea de los pocos países que ha impedido a la ultraderecha llegar al poder central. A duras penas pero lo ha conseguido.

En mi caso, por ejemplo, mi mentalidad jacobina chirría con la plurinacionalidad vigente de la política actual. Y aún más con la retórica supremacista y grandilocuente de los indepes catalanes. Me cuesta aceptarlo pero tendré que respetar que otro lo intente. No es fácil el reto. La cuestión territorial es una de las claves actuales más difíciles de gestionar. Y la igualdad de los españoles no se impone, sino que se trabaja codo con codo con todos los afectados. También con los separatistas.

Po eso, realidades actuales como los indultos a los indepes, más la amnistía actual, más los acuerdos con PNV y Bildu, hay que verlos desde otro visor para poder entenderlos. No dogmatizo con que es eso lo que hay que hacer, solo digo que es un intento de solucionar una situación compleja con soluciones inéditas. El bipartidismo era propio de los ochenta pero puede no serlo ahora. Habría que recordar aquello de Keynes: la situación ha cambiado y yo cambio mi manera de pensar, usted qué hace.

Quizás con este artículo no he hecho muchos amigos, pero a mí me ha supuesto un ejercicio de honestidad intelectual. Como siempre, reivindico el derecho a equivocarme.

Mariano Berges, profesor de filosofía

viernes, 15 de diciembre de 2023

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS (DUDH)

Investido Sánchez, nos alejamos de las cosas domésticas y pasamos hoy a un asunto verdaderamente trascendental. El día 10 de este mes de diciembre se celebró el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Estamos hablando de un documento que plasma la cima ético-política de la conducta del género humano. Se trata de un punto de partida y de un indicador de cómo va la civilización y la salud ciudadana en el mundo. Precisamente hoy, con las guerras de Ucrania y Palestina en la puerta de nuestros territorios, y la enorme contaminación acústica, lumínica y emocional navideñas, es un buen momento para este recordatorio.

Al tratarse de un artículo periodístico no puedo pasar de una breve reseña de ese documento y su importancia socio-política para el mundo de hoy. Propongo como primera obligación a mis lectores que se hagan con un ejemplar del mismo. Tan sencillo como ir a Internet e imprimirlo. Luego, leerlo e interiorizarlo. Y, en tercer lugar, acostumbrarnos a analizar los distintos acontecimientos mundiales a la luz de este texto.

Desde su art.1, que proclama que Todos nacemos libres e iguales, pasando por el art.7 (Todos somos iguales ante la ley), llegando al art.18 (Derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión), y aterrizando en el último art.30 (Derecho a que estos derechos no sean suprimidos en cualquier circunstancia), pasamos revista a cómo las distintas situaciones humanas deben ser resueltas conforme a la dignidad humana. Especialmente, toda situación que implique violencia contra un ser humano.

El objetivo que la ONU persigue desde 1948 con esta DUDH es hacer universales la libertad, la igualdad y la solidaridad entre los hombres. El documento constituye un patrón universal de los principios que preservan la dignidad humana. Muchos países han incluido estos principios en sus respectivas Constituciones, entre ellos España, cuya Constitución es una de las más progresistas, precisamente por la fuerte huella de la DUDH en ella. Incluso Europa estuvo muy cerca de tener su propia Constitución en 2004, pero los referendos populares de Francia y Países Bajos votaron en contra de su aprobación. España demostró en este caso ser una de las naciones más europeístas de todas. Se pudo observar que los nacionalismos todavía no permiten que el principio de igualdad distribuya justamente el bienestar para todos.

La promulgación en 1789 de los Derechos del Hombre y del Ciudadano por la Asamblea Constituyente francesa constituye el antecedente histórico más claro del presente documento. Entonces, igual que ahora, su redacción recogía las influencias de los filósofos de la Ilustración sobre la libertad, la seguridad o la resistencia a la opresión. Sin embargo, la realidad actual nos hace ver que este documento de la DUDH ha quedado como una recopilación de buenos deseos. Y no lo digo solamente por la violación obscena e inaceptable de los derechos humanos que se practica todos los días en Palestina (“Palestina es un cementerio de niños” ha dicho Guterres, Secretario General de la ONU), sino por esas cifras escandalosas que cada cierto tiempo nos recuerdan algunos medios de comunicación, pero que enseguida olvidamos y no nos sirven de estímulo para subsanarlos desde la dignidad humana. ¿O los más de 1.000 millones de personas que viven en la pobreza más absoluta no tienen derecho a la vida? ¿O los 500 millones que están subalimentadas? ¿O los 1.400 millones sin agua potable? ¿Y qué decir de la gente sin trabajo, sin vivienda, o niños sin derecho real a la educación? Paro porque no pretendo que me salga una homilía laica, sino una constatación mucho más prosaica y exigente.

Para terminar, un ruego, aunque solo sea por deformación profesional. Como este tipo de digresiones sirve para poco, hago un llamamiento a maestros y profesores para que, independientemente de la materia que impartan, introduzcan en la cabeza (y en el corazón) de sus alumnos este tipo de consideraciones. Con poco esfuerzo de cada uno, el provecho social es enorme.

Mariano Berges, profesor de filosofía

sábado, 2 de diciembre de 2023

INVESTIDURA (III)

 




Por fin hay investidura de Sánchez. ¿A qué precio? Como ya he dicho en otro momento, el futuro lo dirá. Por un lado, están los pactos con los nacionalistas, los aspectos de “reconocimiento nacional” y las contrapartidas económicas, junto a la interlocución privilegiada de Estado a estado con Euskadi y Cataluña, que dan auténtico terror por lo que supone de menosprecio y desigualdad con el resto de las CCAA. Se habla mucho de la Ley de Amnistía, pero a mí me parecen más peligrosos los pactos nacionalistas, que sí me parecen inconstitucionales.

En mis artículos anteriores, me he puesto en el lugar de unos y otros, tanto de los agentes actuantes como de los articulistas y opinadores. Es la única manera de debatir. De lo contrario, son monólogos enfrentados. Los agentes actuantes (Sánchez y los nacionalismos catalán y vasco) han ido a lo suyo: Sánchez a por la investidura y los nacionalismos a contentar a sus votantes y a chantajear al gobierno español. De ahí ha salido una Ley bastante pulcra, aunque peligrosa, con resultado político imprevisible y que introduce una derivada de legislatura casi inviable. Pero también están los pactos firmados, que son auténtica pólvora aún sin estallar, a no ser que todos los interlocutores den por hecho que Sánchez los va a abducir, jibarizando todas las barbaridades incluidas en los citados pactos. Sin embargo, la situación tiene un aspecto enormemente positivo: que no nos gobierna la derecha-ultraderecha, que se tiene que conformar con una conducta hiperbólica de concentraciones y declaraciones auténticamente fuera de lugar y negando la legitimidad a un gobierno impecablemente democrático. Quizás ése sea el asunto más grave de la España actual, la polarización y enfrentamiento de (otra vez) las dos Españas. Frente al nacionalismo periférico ha surgido un nacionalismo español, próximo al fascismo, que imposibilita cualquier acuerdo de Estado. Tampoco Sánchez pelea mucho por ello.

Tras las elecciones del 23 de julio último, pocas salidas había: 1) La que ha hecho Sánchez; 2) Que el PSOE votara al PP como partido más votado, y que gobernaría junto a Vox; y 3) Nuevas elecciones, con una alta posibilidad de que el PP-Vox podrían ganar con suficiente mayoría. O como mínimo, con los mismos resultados del 23 de julio. Salió adelante la primera opción. Ello supone que el PSOE gobernará, está gobernando, con el chantaje permanente de los nacionalismos, que son insaciables y que cada vez que hablan lo hacen insultando y menospreciando al resto de los españoles, desde un supremacismo insoportable e inconstitucional. Incluso el único aspecto que sí es constitucional (por el mero hecho de que lo recoge la Constitución), el concierto vasco-navarro, es injusto y gravoso para el resto de españoles. Ahora Cataluña lo quiere también, además de la amnistía. No creo que haya puchero para todos.

Si la letra de los pactos nacionalistas se cumple, estaríamos ante una relación confederal del Estado español con Euskadi y Cataluña, de igual a igual, y el resto de CCAA postradas en un estado de auténtica sumisión político-económica. Sería auténticamente inviable, aparte de injusto.

Del resultado habido solo cabe concluir que PP-Vox no gobiernan y que no se sabe muy bien quién y cómo va a gobernar. La situación es verdaderamente complicada y un tanto surrealista. Tan es así que si Sánchez consigue finalizar la legislatura habría conseguido la cuadratura del círculo. Auténtica labor de trapecista en su máximo momento del “más difícil todavía”. ¿Estamos en un circo político? Yo más bien lo veo como una tragedia griega, o como un sofisma silogístico en el que cualquier salida va a ser virulenta. ¿Dónde ha quedado el racionalismo, característica básica de cualquier política sensata?

Es difícil seguir elucubrando, aún con la mejor de las disposiciones posibles. La salida es muy difícil y la sociedad española asiste impasible a un acontecimiento nunca visto. Que, por cierto, tiene bastantes concomitancias con el final de la Segunda República, con la suerte de que los tiempos han evolucionado y las respectivas sociedades han cambiado radicalmente. Incluido el referéndum de autodeterminación, que no lo veo posible ni creo que los catalanes tampoco lo quieran. Los vascos ya han renunciado a la independencia. Si los pactos firmados se cumpliesen (espero que no) la situación de vascos y catalanes sería envidiable.

Ante mi incapacidad para seguir reflexionando sobre el momento actual de la política española, finalizo mi incursión y me encomiendo a los dioses y que ellos nos sean favorables. Amén.

Mariano Berges, profesor de filosofía