Confieso
abiertamente que me pongo a escribir este artículo sin una línea mental previa,
ya que estoy anonadado por la cantidad y la rapidez de noticias. No sé qué saldrá. El título lo he puesto después de
terminar el artículo.
Ya
ha empezado el trepidante año de 2015: a las muchas elecciones obligadas, se
han añadido dos voluntarias, Andalucía y Cataluña. Y las elecciones de Grecia,
que también parecen españolas. Así de intensamente las hemos vivido. Pero
también ha habido otras noticias. El conflicto de IU-Madrid, al que Podemos no es ajeno. En realidad, Podemos no es ajeno a nada ni a nadie.
La firma del PSOE de Sánchez con el
PP de Rajoy de un pacto antiterrorista,
con la cadena perpetua de fondo, que en el pacto se admite “por
responsabilidad” y a continuación se recurre constitucionalmente. Muy difícil
de explicar y de entender.
Y
yo que creía que podría reflexionar sosegadamente sobre los hechos políticos. O
estoy viejo, que lo estoy, o el ritmo de lo que pasa no hay mente que lo pueda
procesar, que también.
Permitidme
una anécdota personal. Hace unos días formé parte de una mesa redonda de cinco partidos de
izquierda. Los organizadores (CODEF) tuvieron el detalle de entender que el
PSOE era de izquierdas. No lo entendían así los otros cuatro de la mesa: IU,
CHA, Podemos y Ganemos. Por cierto, los cinco éramos varones. Ya dejaron
constancia de ese detalle las mujeres. Pues bien, Ganemos y Podemos demostraron
que son lo mismo, aunque formalmente se distingan (poco-nada). Su discurso fue
muy flojo, sus argumentos fueron simples y vacíos, sencillamente se dejaron
querer como un apetitoso soufflé. IU estaba que no podía aguantar más por
integrarse en Ganemos Zaragoza. Le
pregunté si con siglas o sin siglas. No contestó. Y CHA, a la que invitaban
constantemente a integrarse en Ganemos,
se negó porque, de lo contrario, quien defendería a Aragón. Yo reivindiqué la
modernización de España con gobiernos socialistas y lamenté la poca renovación
del PSOE.
Cuento
esto porque, de alguna manera, refleja mi estado de ánimo. En una situación
llena de incertidumbres siempre surge la pregunta ¿qué hacer? Pero también te
asalta la duda de no estar donde hay que estar, o no hacer o lo que hay que
hacer, o no decir lo que hay que decir. Pero sí que tengo una cosa por cierta:
lo que sucede no es casual, sino causal. Hay que seguir echando mano del
“sospechoso” Freud. El fenómeno
Podemos no es casual. El pacto Rajoy-Sánchez no es casual. La desbandada de IU
no es casual. El adelanto de elecciones en Andalucía y Cataluña no es casual. Y
este artículo tampoco es casual, pues está causado por muchas causalidades que
parecen casualidades.
La
última noticia-bomba ha sido la encuesta del CIS: gana el PP, segundo Podemos y el PSOE queda desplazado a un
tercer lugar, con lo que aún pactando con Podemos queda relegado a ser una
potente bisagra. Pero eso son las generales y para eso queda mucho tiempo, que
se le va a hacer larguísimo a Podemos,
y que va a depender de los logros políticos del nuevo gobierno griego, que
tiene poco margen de maniobra. Pero antes están las municipales y autonómicas,
donde los viejos partidos repiten rostros y los nuevos no tienen aún ni nombre.
¿Que
es mejor ser historiador que profeta? Tampoco obligo a nadie, solo intento
reflexionar desde mis parámetros personales. Todo el cambio se reduciría a
pasar de un bipartito a un tripartito. Siguen el PP y el PSOE, más o menos debilitados,
y ha aparecido Podemos como nuevo en
este “Juego de tronos”. Pero ¿estamos hablando de un juego o de reformar la
sociedad española? El PP sigue a lo suyo, cuya máxima se puede tomar de una
vieja viñeta de El Roto: “Haced que
lo intolerable parezca imprescindible”, dice el potentado a sus esbirros. El
PSOE, que en mi opinión es el que mejor lo podría tener, no hace uso de sus
propios recursos, que son muchos. Pero para ello necesita dos requisitos
previos: 1) Reivindicar la modernización que ha habido en España, logro
socialista fundamental. 2) Separar de su seno a todos los que han tenido
responsabilidad política en todos los desmanes habidos. Que son muchos más que
los imputados judicialmente. Hasta que no lo haga le faltará la
credibilidad mínima para sostener un discurso socialista.
Y
falta el tercero del tripartito, Podemos.
Poco más se puede decir sin repetirse. Solo recordar que, tras el italiano M5S
de Grillo y Syriza de Tsipras, es ya el tercer torpedo
antipartido (¿quién los fabrica?) que aspira a ser partido y sentarse en el
trono. El problema no es que lo consiga, el problema es quién y cómo va a arreglar
España.
Mariano Berges, profesor de filosofía