El
lenguaje es un instrumento, y como tal instrumento puede ser usado y abusado.
Entiendo por usado cundo se hace un uso correcto de él, o sea, que sirva para
comunicar el pensamiento del hablante. Entiendo por abuso del lenguaje cuando
se pervierte su uso y el lenguaje se usa
para mentir, o sea, para ocultar el pensamiento de quien habla o para trasmitir
algo falso o incoherente.
Entre
el uso y el abuso hay muchos grados intermedios, dependiendo, además del propio
lenguaje, de otros muchos factores como el lenguaje gestual, el contexto, las
metáforas, los segundos sentidos, las jugadas del inconsciente cuando se cuela
en una frase que no se controla, etc., pero sobre todo hay un elemento abusivo
o mentiroso en el uso de las obviedades. ¿Qué quiere trasmitir un orador cuando
se pasa el rato diciendo obviedades del tipo “hay que buscar el bien general”, “un
plato es un plato y una taza es una taza”… Sencillamente está ocultando su
pensamiento (si lo tiene) tras palabras huecas o retóricas.
Por
eso, en estos momentos de filibusterismo político, son más necesarios que nunca
verdaderos expertos en comentarios de textos, hermeneutas de lo que se dice y de
lo que se calla, saber ver la relación entre lo que se dice y lo que se hace.
Porque es en la praxis y no en la teoría donde está la verdad. El discurso,
aunque muy importante, es un elemento necesario pero insuficiente. Porque, aun
siendo difícil y necesario traducir al que habla, es más difícil y más necesario
traducir al que calla. Porque tanto callar cuando hay que hablar como hablar
sin decir nada es uno de los grandes fraudes de la política. “La verdad se
corrompe o con la mentira o con el silencio”, decía Cicerón. Las declaraciones públicas de los políticos, con
frecuencia son puramente retóricas. No reflejan los anhelos de la sociedad,
sino que son eco del posicionamiento hueco y retórico de sus líderes. Se dice
lo que no se piensa y se piensa lo que no se dice. Todo ello supone un grave
problema político pues la gente no tiene auténticas referencias, los partidos
hacen un ejercicio puramente onanista y, como consecuencia, la política sigue
ausente. El lenguaje político, con mucha frecuencia, en vez de transformar la
realidad sirve para enmascararla.
No
sería un mal ejercicio periodístico recoger y comentar algunas frases de las que
frecuentemente dicen nuestros políticos. Ahí van algunos ejemplos:
-
Echenique (líder
de Podemos-Aragón) dijo hace poco tiempo lo siguiente: “El PSOE cada vez se
aleja más de la gente, o sea, de Podemos”. Esto solo tiene una traducción: Podemos
es el monopolio de la representación popular. Jamás había visto tanta
prepotencia.
-
“Paco, yo creo en
ti estoy seguro que nadie podrá
demostrar que no ese inocente (Rajoy,
defendiendo a Camps). Para entender
su oculto significado (lo que Rajoy realmente pensaba) solo hay que cambiar el
orden de las palabras: Paco no es inocente, seguro que nadie podrá demostrarlo.
-
El debate entre Iglesias y Rivera, en el programa de televisión “Salvados”, dio mucho de sí en
cuanto a la interpretación de los comentaristas. En primer lugar, la manía de
compararlo al boxeo o al futbol y declararlos vencedor y vencido. Lo que
convierte a la política en un espectáculo épico y futbolístico. En mi opinión,
hubo mucha fuerza física y mental por parte de Rivera. Se le nota lanzado por
los sondeos favorables. Sin embargo, yo encontré un Iglesias más maduro y reflexivo,
un político que duda y matiza. Qué raro es encontrar matices en la política.
Leí en un periódico que “Iglesias llegó a darle la razón a Rivera, lo que selló
su derrota”. Poco que añadir. Está claro que no se debe dar la razón al
contrario, aunque la tenga. Esa afirmación supone una radical negación del
diálogo. Así nos va.
-
Tras la propuesta
de resolución de la declaración del inicio de independencia de Cataluña
presentada para su trámite parlamentario, dijo Rajoy “Mientras yo sea
presidente del Gobierno de España seguirá siendo una nación”. Tras la aparente
obviedad, se trata de su primer mitin de la precampaña del 20-D y posiblemente
constituirá su idea fuerte de aquí a las elecciones. Ante las ambigüedades y
matices de los demás, Rajoy se autopresenta como el único capaz de frenar el
independentismo catalán. En ese momento, comenzó a ganar las elecciones.
-
Para finalizar, y
como antítesis, la respuesta de El Roto
ante la pregunta sobre el lenguaje de los políticos: “Yo hago lo que me dicta
la conciencia a través del pinganillo”, dice el político de su viñeta. Todo un
tratado sobre lo que se piensa y lo que se dice.
Mariano Berges, profesor de filosofía
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