domingo, 22 de julio de 2012

La Administración Local (I) Está claro que lo fundamental es el municipio: oír a los municipios, o sea, a los ciudadanos






Mi periódico (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN) escribía el 7 de julio un editorial titulado "Un mal camino para apoyar a los ayuntamientos", donde decía que el Gobierno español pretendía eliminar las mancomunidades y reforzar funcionalmente las diputaciones provinciales. Lo decía así: "Los detalles que se conocen de los planes gubernamentales conducen a un reforzamiento muy importante de las estructuras provinciales, contrariamente a lo que hasta ahora se consideraba como la consecuencia lógica de la consolidación del Estado de las autonomías. Las diputaciones dejan de tener sentido, además de encarecer la gestión, en la medida en que los gobiernos autonómicos ganan en eficacia".
Posteriormente, el Consejo de Ministros del pasado 13 de julio conoció "en primer vuelta" del anteproyecto de ley para la Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. El anteproyecto recoge en su enunciado los cacareados términos de racionalización y sostenibilidad. Implícitamente se está diciendo que hasta ahora había poca racionalidad en el panorama institucional. Ni niego ni afirmo, solo digo que la actual histeria reformista del gobierno del PP es poco racional y nada sostenible. No debemos confundir la calidad de nuestro sistema institucional con las conductas poco éticas de los titulares de esas instituciones. Ni pretender solucionar la devastadora crisis económico-financiera y fiscal por la que atraviesa el sector público con reformas que poco tienen que ver con lo que estamos hablando, entre otras razones porque cuando estas disposiciones se plasmen ya nadie se acordará de la crisis.
Siento disentir con el editorial de mi periódico. Y como este asunto tiene mucha enjundia, lo trataremos en varias sesiones. Sirva esta primera para clarificar conceptos e intenciones. En otras sesiones seguiremos con el análisis del anteproyecto.
En Aragón hay cuatro términos-realidades que debemos aclarar y diferenciar: ayuntamiento, mancomunidad (subsumida en las comarcas, de reciente creación), comarca y diputación. Aparte de las comunidades autónomas, también de reciente creación y que funcionan cual nuevo Estado, sin ningún tipo de federalismo que las coordine. Cada una tiene sus características, funciones y diferencias. Y todas ellas, de alguna manera, se interactúan y a veces se solapan.
Los ayuntamientos son, junto al Estado, la institución más antigua y la más próxima al ciudadano. En la Atenas clásica, ciudad y Estado coincidían. Todas las demás instituciones son posteriores y algunas de muy reciente y dudosa creación. Las mancomunidades se crearon en 1870 con un objetivo: que los municipios más pequeños se agruparan en función de su proximidad para compartir servicios (especialmente basuras y abastecimiento de agua) y pagar, entre todos, sus costes. En Aragón han funcionado perfectamente, tanto funcional como económicamente, hasta la aparición de las comarcas, que han absorbido sus funciones y han encarecido desproporcionadamente su coste. Las comarcas son casi especificidad de Aragón. Han sido propuestas por el PAR para consolidar su implantación territorial, y tanto el PSOE como el PP no han tenido más remedio que aceptar el chantaje, ya que ambos lo necesitan para conformar mayorías de gobierno.
Hoy, las diputaciones provinciales están funcionando bien, actuando como verdaderos consejos comarcales o, mejor dicho, como deberían actuar los consejos comarcales. Estos entes locales desarrollan sus competencias sobre una población y actúan en función de unas fórmulas de representación política y de una estructura administrativa que, paradójicamente, deberían constituir los parámetros idóneos de cualquier proceso descentralizador que aspire a administraciones locales dotadas de autonomía gerencial, sin presupuestos condicionados y con medios suficientes.
Casi 40 leyes han sido necesarias para regular y crear el entramado comarcal aragonés. Treinta y dos comarcas creadas de treinta y tres previstas y, sin embargo, más de 700.000 aragoneses (Zaragoza y municipios limítrofes) están sin comarca. Está claro que lo fundamental es el municipio: oír a los municipios, o sea, a los ciudadanos y crear unas estructuras claras y distintas en beneficio del municipio. Y habilitar un órgano decisional que articule las decisiones a tomar, que evite solapamientos de inversiones y decisiones, que optimice y equilibre las inversiones y que genere sinergias entre todos los ámbitos.
Profesor de Filosofía

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