Hoy toca análisis del
26-J, que no es fácil, pues los resultados parecen muy semejantes a los del
20-D, pero hay matices importantes.
En primer lugar veamos
una secuencia de los datos principales: Clara victoria del PP; el PSOE aguanta
la embestida de Podemos, que es el gran perdedor; papel anodino de C´s y
mantenimiento de los partidos nacionalistas. En consecuencia, ninguno de los
dos bloques por separado suma mayoría suficiente para gobernar. Pero hay un
sentimiento importante: todos parecen
convencidos de que unas terceras elecciones dejarían a España como un país poco
serio y con poco protagonismo en plena crisis europea. Y también parece lógico
que sea el PP quien, aunque sea en minoría, gobierne España, como consecuencia
de los resultados electorales habidos.
Ha habido un cierto
fracaso de los sondeos previos a la jornada electoral. Y cierta sorpresa,
especialmente por el gran éxito del PP y la clara derrota de Unidos Podemos (UP),
pues sus expectativas eran muy altas. Yo suelo hablar de la futbolización de la
política. Muchos votantes actúan como los fans futboleros: uno es hincha de un
equipo y basta. No cuentan para nada ni la corrupción ni los recortes ni la
desigualdad producida. El voto de la derecha es, en este sentido, fuertemente
ideológico y partidista. Si la cuestión electoral se presentaba como un
gobierno del PP frente a otro nucleado en torno a Podemos, cada uno vota a su
equipo y ya está, sin matices. Lo que ha polarizado excesivamente las
elecciones. También pienso que el Brexit
ha tenido incidencia porque añade incertidumbre, y mucha gente, especialmente
la gente mayor (no olvidemos que el 20% de los votantes son mayores de 60
años), es refractaria a lo nuevo.
En el caso del PSOE, el
sorpasso no se ha dado porque el PSOE
es mucho partido y Podemos (de momento, al menos) no es un partido sino una
amalgama de muchos elementos sin un proyecto común, con objetivos muy dispares y
con vinculaciones de puro interés electoral. El conjunto de eslóganes, corazones, sonrisas,
La Sexta, las alegres muchachadas… puede ser hasta gracioso, pero con las cosas
de comer no se juega. Y con la política territorial no se admiten bromas.
Pero yo creo que lo
importante ahora es que seamos capaces de mirar panorámicamente el país.
Con perspectiva e inteligencia
estratégica. En estos momentos tenemos dos partidos tradicionales que siguen
fuertes, especialmente el PP, cuyo oculto ideario neoliberal ha interiorizado
la mayor parte de la sociedad española y que le parece la opción menos mala de
lo que se le ofrece. Además la derecha nunca ha necesitado discurso ni teoría,
solo obviedades. Rajoy cumple a rajatabla con este esquema. El otro partido es
el PSOE, falto de renovación y de discurso propio actualizado. A un partido de
izquierdas siempre se le pide más. Y su votante es menos hooligan que uno de derechas. El PSOE debe pensar que cuando la
fiel militancia que tiene (la mayor parte mayores) languidezca, no tiene
recambio de jóvenes votantes. Por lo tanto, o se decide a actualizar su discurso
y su práctica, y por tanto rejuvenecer y diversificar un nuevo tipo de
electorado, o su futuro está amenazado.
Por otro lado está
Podemos, que ya ha fagocitado a IU sin rentabilidad electoral (el
quintacolumnismo de Tania Sánchez y Alberto Garzón no ha servido para nada,
aparte de sacrificar a IU), cuyo momento de gloria parece estancado. España no
es Hispanoamérica. Y, por último, Ciudadanos, cuya aparición como franquicia
del PP no ha dado resultado, pues en tiempo de dudas y turbulencias la gente
prefiere la matriz. De los nacionalismos no hablo por tener poco conocimiento
sociológico de ellos y por mi tendencia jacobina. Los nacionalismos hay que resignarse
a sufrirlos y no avivar el fuego. La famosa conllevancia que formulaban Ortega
y Azaña sigue teniendo sentido.
Conclusión: la
iniciativa debe partir del PP y el protagonismo es suyo en el intento de
configurar un gobierno. ¿Cuál es el papel del PSOE? Si no le queda más remedio,
tendrá que negociar con el PP duramente y permitirle formar gobierno. La
contrapartida exigida debe ser fuerte: aparte de liderar la oposición, retirada
de las tres leyes fuertemente negativas del PP (la LOMCE, la ley “mordaza”, y
la Reforma Laboral), una regeneración institucional de verdad, una política
fiscal más justa y eficaz, trabajar por un cambio de modelo productivo más
acorde con el siglo XXI, encauzamiento de una reforma constitucional, negociar
una ralentización con Bruselas en la reducción del déficit y presentación de
una moción de confianza al cabo de dos años. Creo que así los españoles podrían
entender que el Estado está por encima de todos y todos se deben a la sociedad
a través del Estado.
Mariano
Berges, profesor de filosofía
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