sábado, 15 de agosto de 2015

ARAGÓN 2015 (I)

Tras las recientes elecciones autonómicas en Aragón, y constituido su primer gobierno con el presidente Lambán a la cabeza, procede empezar a marcar las líneas fundamentales de reflexión y, consecuentemente, de actuación. Este texto es el primero de una humilde y colaboradora aportación, por si es de interés para alguien.
En primer lugar hay que hablar de “la herencia recibida” (nada original pero imprescindible, y solo como elemento de referencia, nunca como justificación de nuestra impotencia). Pues bien, debe hacerse constar que Aragón ha mantenido tradicionalmente una situación algo mejor que la media nacional en la mayor parte de indicadores. Pueden identificarse múltiples causas: la actividad económica concentrada en las regiones de su entorno, la amplitud del territorio, una mayor concentración urbana de la población, un nivel formativo algo superior… Y tradicionalmente los gobiernos de todos los colores han apelado a esa mejor situación para justificar el éxito de su acción. Sin embargo, en los últimos años, aunque Aragón sigue manteniendo cierta ventaja sobre la media nacional, esta ventaja se ha ido está reduciendo cada vez más aceleradamente. Ya no se trata de si estamos mejor o peor que otros, sino de la velocidad con que otros nos están adelantando y nosotros estamos perdiendo las ventajas que durante tanto tiempo tuvimos, y que habrían de servirnos para salir antes de la crisis. Se está acabando la inercia, y si no se le da a los pedales acabaremos quedándonos parados o cayéndonos.
Así, por ejemplo, tenemos una tasa de actividad levemente superior a la española, pero se destruye empleo a mayor velocidad. Tenemos menos paro en Aragón, pero crece mucho más rápidamente. Tenemos menos paro juvenil en Aragón, pero va reduciéndose hasta un solo punto porcentual, y los jóvenes aragoneses mejor preparados se están yendo de Aragón para buscar un trabajo. En los últimos 5 años, los hogares con carencias materiales severas han crecido significativamente. Como consecuencia final, aunque todavía estemos algo mejor que la media, están creciendo el doble de rápido en Aragón que en España la desigualdad y el riesgo de pobreza y exclusión social.
Y mientras los problemas han crecido, las soluciones han disminuido  y los servicios públicos se han ido deteriorando. Hay menos personal sanitario, menos gasto en salud, menos inversión en hospitales y centros de salud. Hay menos maestros y profesores. Hay menos beneficiarios de la dependencia.
Los presupuestos de estos últimos años han sido meramente indicativos (los de 2015 tienen 600 M. de euros de desajuste deficitario y un déficit importante del PIB de Aragón), pero las consecuencias las pagamos todos los aragoneses: las consecuencias de una deuda pública que no para de crecer, supone casi 1 de cada 5 euros del gasto del Gobierno de Aragón (973 millones en 2014) y crece el doble de rápido que en el conjunto nacional (+13 % en el primer trimestre de 2014, frente a una media nacional del 7%, que ya es una barbaridad).
Con estos datos, la victoria de la izquierda en Aragón parecía cantada. Como así ha sido
El nuevo gobierno de Aragón debe volver la mirada a recobrar el incipiente Estado de bienestar que había en años anteriores (con gobiernos socialistas). Para ello debe impulsar una fuerte defensa de lo público y una gestión institucional ortodoxa y participativa. Hay que ser conscientes que los años anteriores al comienzo de la crisis marcaron una tendencia hacia una especie de “barra libre”, sin preocuparse por estructurar un modelo de gestión institucional para cuando llegaran las vacas flacas. El modelo territorial era pura discusión bizantina pues había pasta gansa para todo y para todos. No hubo ningún sentido de futuro, creando burbujas de todo tipo sin rendir cuentas a nadie, ya que los órganos fiscalizadores estaban adormecidos, sin entrar en otros considerandos peores.
Actualmente, la situación ha cambiado radicalmente. Ya no es que, al despertar del sueño megalománico, el dinosaurio siga ahí, sino que estamos rodeados de dinosaurios. La crisis ha modificado el paisaje tan bruscamente que la mera intención, aun presumiéndola buena, es poco  bagaje para una buena gestión de lo público. El contexto y el modelo sociales creados por los generadores de la crisis es una trampa continua tan potente que solo mentes muy despiertas e ideológicamente bien pertrechadas podrían ser capaces de modificar la situación de una manera duradera y sostenible. O, al menos, iniciar la buena dirección.
Seguiremos reflexionando.


Mariano Berges, profesor de filosofía

No hay comentarios:

Publicar un comentario