sábado, 28 de abril de 2012

Prisas del PP y lentitud de Europa


Realmente esto es un sinvivir. Especialmente cuando llegan los viernes y hay Consejo de Ministros. Sobre el nuevo Gobierno del PP se podrán decir muchas cosas pero no se les puede acusar de inactividad, ¡qué ritmo llevan! Tampoco se les puede acusar de incoherencia pues van al corazón del Estado de bienestar, y eso que en España solo lo habíamos llegado a vislumbrar. Y lo que sí se nota muchísimo es la larga mano de FAES, la Fundación de Aznar que genera ideología para el PP. Es imposible que un Gobierno recién nombrado haga en tres meses lo que ha hecho el Gobierno de Rajoy, a no ser que el guión ya estuviese escrito por FAES.
Otra consideración a tener en cuenta es la hermenéutica que hay que aplicar a partir de ahora a los programas políticos que el PP predica en sus campañas. "Nos hubiera gustado no tener que hacerlo" es la frase que más repite Rajoy tras cada ajuste-recorte. Significa: aunque dije que haría lo contrario, me han obligado a hacer esto. "No voy a introducir el copago en sanidad". "Yo no voy a subir los impuestos". "No bajaremos las pensiones": en teoría no, en la práctica sí (IRPF, copago y otras subidas). "No tocaremos la sanidad ni la educación": no las han tocado, las han manoseado indecentemente. El famoso programa oculto de Rajoy seguía el guión de FAES, tanto en el fondo como en la forma.
No me gusta hacer críticas globales y fáciles. Es más, algunas medidas que han tomado o prometido tienen matices de eficiencia que no hay que rechazar. Frente al keynesismo exarcebado de gobiernos anteriores es necesario tomar medidas de racionalidad eficiente. Sin embargo, hay mucha habilidad en este gobierno de nuestros sueños (no nos deja dormir) al mezclar medidas de eficiencia biensonantes con hachazos a servicios básicos que ha costado muchos años conseguir. Por ejemplo, que las tasas universitarias suban y se acerquen a su precio real no estaría mal si se compensase con una buena política de becas para los alumnos sin recursos y que rindiesen bien en los estudios. Uno de los cambios más significativos en la España democrática ha sido el hecho de que los hijos de los obreros obtuvieran títulos universitarios. Hoy ocupan puestos de responsabilidad en organismos públicos, empresariales y multinacionales. Estoy seguro que su origen humilde se notará en sus decisiones.
Pero hay una pregunta que inquieta más todavía. ¿Cuánto va a durar el tiempo de ajuste? Porque estas medidas son coyunturales, nos dicen. De momento ya llevamos casi cuatro años de crisis y si leemos a los expertos, vemos que "España no recuperará el PIB de 2008 hasta 2017", seis años más tarde que Alemania o Francia. En el caso de empleo, el diagnóstico aún es peor "Si el PIB se recupera para 2018, los 2,5 millones de empleos perdidos en la crisis no se recuperarán hasta 2022 ó 2023". ¿Y en qué estado llegaremos? Desde luego, más pobres, pero, sobre todo, con una sociedad descohesionada e individualizada hasta extremos de competitividad y agresividad nunca vistos. Porque no es lo mismo pasar de proletarios a clase media que el viaje inverso. Y lo más trágico de todo, con toda una generación de jóvenes que no van a conocer lo que es una sociedad de mínimo bienestar, con un trabajo decente y una vida independiente. Y esto ya no es una cuestión económica sino psiquiátrica.
Una vez más hay que decir que la solución está en Europa. Esta afirmación la entendemos mejor en España que en la Europa rica, porque durante el franquismo Europa ya era nuestra esperanza. Lo que sucede es que la Europa socialdemócrata nórdica o la Francia conservadora republicana y laica eran otra cosa que esto de ahora. Y ahí debe radicar la nueva esperanza, en la vuelta a la Europa de las ideas y de los ciudadanos y no la de la plutocracia mercantil que nos asfixia. El ritmo lo debe marcar la ciudadanía y no los mercados. Por ejemplo, ¿qué sucedería si el 3% de déficit obligatorio europeo se alcanzase en 2016 y no en 2013? Sencillamente, que estas medidas antisociales que nos están axfisiando desde mayo de 2010 podrían acompasarse mejor a las potencialidades de cada país. Y esto sería posible con gobiernos progresistas en las naciones importantes de Europa.
Y las medidas a tomar por esta nueva Europa pasan por elaborar respuestas nuevas y comunes a todos, como un pacto fiscal europeo que combine austeridad y crecimiento; regularizar los mercados financieros; retomar nuestra seña de identidad europea de bienestar social y reivindicar que el Parlamento Europeo sea el lugar donde resida la voluntad de los europeos.
Profesor de filosofía

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